Guerreros del cine

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jueves, 12 de abril de 2012

COMO ENCUADERNAR UN LIBRO: TUTORIAL

Para encuadernar un libro necesitaremos los siguientes materiales:
·         Libro impreso
·         Abrochadora o engrapadora
·         Cinta de enmascarar
·         Pegamento blanco
·         Pegamento en barra
·         Cartón
·         Tijera
·         Adhesivo transparente o de color
Pasos:
1.       Juntar el libro en pilas de unas 20 páginas, y abrocharlos con cuidado por el margen izquierdo. Un broche en cada extremo y uno en el centro.



2.       Una vez que tenes todo, enmascarar el margen izquierdo con la cinta. Esto es importante porque la cinta absorbe la humedad del pegamento blanco.



3.       Una vez que tenemos todo enmascarado, pegar con el pegamento blanco todo el libro.


4.       Poner peso sobre el libro para que pegue bien. Hay que esperar de 40 minutos a una hora para que seque bien.



5.       Mientras tanto, cortar dos rectángulos del tamaño de tu libro (en este caso es de tamaño A4, pero lo ideal es la mitad de este).



6.       Pegar la portada a uno de los cartones con pegamento en barra. Este tipo de pegamento no tiene humedad, por lo tanto, no arruina la tinta de la impresión. (Consejo: imprimir en papel ilustración para que sea más firme)



7.       Realizar un doblez de un centímetro para que la portada pueda abrirse con facilidad.



8.       Para el lomo, recortar un rectángulo del largo del libro y el ancho del lomo (este depende de la cantidad de páginas que tenga el libro, en mi caso es poco menos de un centímetro)



9.       Una vez seco el libro, pegar dos hojas en blanco delante y detrás del libro, por el margen izquierdo.




10.   Pegar la tapa y contratapa a la primera y última página en blanco. También pegar el cartón al lomo.



11.   Dejar que seque.




12.   Forrar con el adhesivo transparente para un mejor acabado.




13.   ¡Leer! Y si encontras el original, cómpralo, que estarás ayudando al autor.

¡Saludos y hasta la próxima!

miércoles, 29 de febrero de 2012

RABIA, de Stephen King

El nuevo milenio, y el final del anterior, nos enseñaron que la escalada de violencia social en ámbitos antes “seguros” como escuelas y universidades no conoce límites. No es una exageración: solo en Argentina podemos hablar de casos famosos, como la masacre en el colegio de Carmen de Patagones, u otros menos trascendentes (en la esfera mediática) que van desde golpizas a profesores hasta casos de otros trabajadores de la educación que terminaron con el cabello en llamas. La mayoría de estos hechos se registran con los celulares y se imprimen en la posteridad virtual de Youtube. También hay agresividad entre el alumnado, desde golpes de puño hasta cuchilladas o disparos. La escuela no es lo que solía ser.

(Me permito una pequeña anécdota de mis años cómo estudiante “problemático”: corría 1998, y tenía una profesora bastante trastornada que dictaba la materia “Lengua”. Era muy sencillo sacarla de sus casillas, y la broma mas pesada que le hicimos fue desatornillarle su escritorio. Cuando ella apoyó sus libros, el mueble se desarmó por completo bajo sus brazos. Eran épocas menos violentas)

Stephen King dictó clases en un instituto antes de triunfar cómo escritor. Fue en la década del 70, y antes de finalizar “Carrie” ya tenía, entre otras novelas finalizadas, “Rabia”. Se publicó bajo el pseudónimo Richard Bachman, tras el suceso de libros como “Salem´s lot” y “El resplandor”. La apuesta era atractiva: una historia sin elementos sobrenaturales, puro terror psicológico.



“Rabia” es un monólogo –intuimos que un relato a otra personaje, como en “Dolores Claiborne” – de Charlie Decker, estudiante más que problemático. Un buen día decide tomar de rehén a toda su clase e implementa un juego psicótico con ellos, a fin de desnudar la verdadera naturaleza de aquellos adolescentes, y la propia también. La policía intenta dialogar y negociar con él, pero sus fines son más profundos, no es un simple secuestrador.

Revelar más datos sobre el desarrollo de la trama es un desperdicio para el ocasional lector. Basta con decir que King consigue un retrato certero y minucioso sobre la mente de un psicópata. Se nota en la escritura la experiencia del escritor como profesor de curso, pero más aún sus vivencias como adolescente. Si hay algo que tiene este señor oriundo de Maine es pericia para crear jóvenes tridimensionales y protagonistas de sus historias. Un breve repaso: “Carrie”, “Ojos de fuego”, “Christine”, “El talismán”, “El ciclo del hombre lobo”, “It”, entre otras novelas y cuentos.

La angustia juvenil, la confusión de esa época que vive todo ser humano, la visión del mundo adulto, los traumas infantiles y hasta la inocencia se conjugan en este relato, que no llega a las 300 páginas pero bastan y sobran para dar cierre a una historia redonda. Es inevitable pensar cuantos “Charlies” hay en el mundo, en estado latente, cual bombas a la espera de la señal que desencadene su letal labor.

El propio escritor, tras un episodio de violencia escolar en Estados Unidos, prohibió la reimpresión de este libro. Jeffrey Cox mantuvo a toda su clase de rehén con un rifle el 26 de abril de 1988, y confesó que se había inspirado, entre otras cosas, con el libro “Rabia”. Desde 1977 hasta la fecha se han reportado innumerables casos de violencia en las escuelas, algunos más violentos que otros. Es un absurdo culpar a un libro, una película o un músico por hechos trágicos como estos. El hecho es que King decidió retirar este libro (por precaución, para evitar una caza de brujas como le sucedió a Marylin Manson o a Mettalica), y esto da cuenta de la desidia de las autoridades pertinentes para evitar este tipo de hechos. Es más simple culpar a un factor externo (cómo el arte, que ha servido y servirá de refugio para la humanidad) que duplicar los esfuerzos para prevenir o, al menos, buscar causas más profundas ante la tragedia. Culpen al arte. Es más sencillo.

“Rabia” me pareció un libro muy bueno, alejado de la literatura “habitual” de King, tal vez un gran inicio para los lectores vírgenes de este autor. Para los más experimentados, es un gran “lado B” de un relato adolescente y escolar cómo “Carrie”, y también una ventana abierta al King estudiante. Quienes hayan leído el libro “Mientras escribo” reconocerán algunas anécdotas reales, reformuladas para esta historia.

¡Hasta la próxima!

lunes, 13 de febrero de 2012

IT: ¿La mejor novela de King?

 Las vicisitudes de ese sitio extraño llamado Derry

Siempre quise leer IT, desde que empecé a transitar los espacios extraños que propone King, allá por 1998. Había visto la película-miniserie de más pequeño, en una fiesta de cumpleaños, esas que duran toda la noche, y para soportar el sueño, se alquilan películas de terror. No creo que me haya gustado mucho el film, porque casi no lo recuerdo. Tampoco lo relacioné con la obra de King cuando empecé a leerlo. Cada vez que iba a la librería a comprar algo, veía el voluminoso volumen (valga la redundancia) y me daba miedo comprarlo. De haber sabido que sería muy difícil y caro de conseguir más adelante, le hubiera dado una oportunidad.


Aproveché, el año pasado, un viaje de mis padres a España, y encargué dos libros: IT y APOCALIPSIS. La razón de hacerle cargar semejante peso a mis progenitores (cosa que me seguirán reprochando hasta el cansancio) era simple: por lo que pagaba dos ejemplares en euros, me compraba uno solo acá en Argentina. Recibí primero “IT”, y después, engañado, me dieron para mi cumpleaños APOCALIPSIS. Ahora estoy terminando con la historia de la super gripe. Es hora de hablar de los amigos que se reúnen para pelear con el malvado Pennywise.


Quiero aclarar que no van a encontrar una crítica sesuda, una descripción detallada del argumento o cosas así. De eso se ha escrito suficiente, es accesible en Internet. La intención de esta breve nota es detallar mis impresiones sobre el que muchos consideran como “la mejor obra de King”. Tampoco van a encontrar spoilers y esas cosas, también las pueden encontrar en otros sitios. 


LA ESTRUCTURA

Si hay algo que me fascina de la literatura de Stephen King es como estructura sus relatos, en especial, las novelas. Lejos de establecer una escritura lineal (sucesión de eventos en forma cronológica desde un solo punto de vista narrativo), este escritor estadounidense juega con los tiempos de los hechos que componen la trama. En IT accedemos a una historia ambientada en dos épocas diferentes, protagonizadas por los mismos personajes: 1957 y 1985. El denominado “Club de los perdedores”, Bill, Ben, Bev, Richie, Eddie, Stan y Mike. Siete amigos unidos por la tragedia y el acoso de los abusones de la ciudad juegan juntos en los Barrens, un sitio descampado con un río que lo cruza, y deben enfrentarse no solo a los terrores reales, sino a un monstruo de origen desconocido que se dedica a matar, sobre todo, niños. King va relatando los acontecimientos de la infancia a medida que relata la reunión veintisiete años más tarde, para el segundo encuentro con IT.

El resultado de esta escritura es un detallado fresco de la vida de estos muchachos, y vamos comprendiendo las personalidades poco a poco, tanto de pequeños como de grandes. La expectativa por el enfrentamiento con el monstruo al final (ocupa las últimas páginas del libro) se ve incrementada por la enorme cantidad de hechos que tienen lugar en Derry. Asesinatos de todo tipo, indicios de la presencia del monstruo en Derry desde tiempos inmemoriales, la certeza que las cosas se van a poner feas en cualquier momento.

El relato es coral, conocemos las visiones de todos los personajes, incluyendo a algunos de los malos “anexos” que desempeñan papeles importantes en el desarrollo de la trama. Aparte de eso, tenemos muchas historias paralelas al arco argumental principal, como la esposa de Bill, actriz famosa que intuye un secreto en su marido. También tenemos un importante segmento dedicado a Henry Bowers, el matón de Derry, que desempeñará otro papel crucial para el desarrollo de la historia. Y detallados asesinatos por parte de IT. Muy detallados, para delicias de los amantes del terror.

 Una de las pocas escenas fieles al libro de la horrible adaptación

Así, durante más de 1400 páginas, tenemos tiempo y espacio para conocer al detalle todo lo referido al club de los perdedores, cómo rehicieron su vida después del primer enfrentamiento, cómo se van preparando para el segundo, y cómo evolucionó la ciudad en la que viven. Este es un mérito de King: ha constituido en Maine un personaje más de toda su obra. Los sitios son reconocibles en otros libros que escribió, los personajes se cruzan, es un universo propio anclado en el lugar real dónde vive el propio escritor. El resultado es que el terror se vuelve real, está anclado en un mundo con reglas propias y reconocibles. Este, creo, es el principal mérito de Stephen King. Ha creado su “Tierra Media” y no se cansa de explorarla.

¿ES LA OBRA MAGNA DE KING?

He hablado con muchos fanáticos de King, y una cantidad me dijeron que “IT” es el mejor libro que ha escrito. Las expectativas, con el correr de los años, fueron creciendo, pero no me deje amedrentar ni por el tamaño ni por los buenos comentarios. Para dar una opinión hay que leer, para poder opinar.

Cuando terminé de leer el libro, se colocó en el primer puesto de mi lista personal, desbancando a “La historia de Lisey” y “Un saco de huesos”, dos libros que me partieron la cabeza y el corazón. “IT” era desmesurado, enorme, con un monstruo genial, y una resolución original, vuelta de tuerca incluida. En primera instancia me pareció lo mejor que había leído de King.


Pero a los dos días empecé con “APOCALIPSIS”, y ahí empezaron mis dudas. Este libro es anterior a “IT”, pero se publicó completo cuatro años después de la historia de Pennywise. A no confundirse, estos dos libros enormes son bien diferentes y compararlos en trama sería absurdo, ya que poco tienen que ver. Pero esta es mi impresión: APOCALIPSIS es un libro mucho más generoso y amplio que IT.

En mi opinión, es mucho mejor la historia de la supergripe y la reorganización de la sociedad contra el mal que la del monstruo que acosa a un pueblo.

Mis razones no tienen nada que ver con la calidad de ambos libros, que me parecen excelentes. Ni por el tamaño, ambos libros sobrepasan las 1400 páginas. Lo que me hace optar por APOCALIPSIS es que es una historia mucho más grande, más sinuosa, una road story llena de situaciones inesperadas, plena de personajes (incorpora nombres casi cada dos capítulos) y sintetiza la dependencia de la tecnología por parte del ser humano, y la paranoia de la época. King escribió APOCALIPSIS en el medio de la guerra fría, el mundo estaba convulsionado. Me parece un fresco más realista, genera empatía y los personajes se me hacen mucho más humanos.

En IT, por otro lado, es la historia del enfrentamiento entre este grupo de “perdedores” y el monstruo que azota Derry. Solo ellos pueden enfrentarse y tal vez vencerlo. Más allá de las historias paralelas, creo que IT es menos ambiciosa en su estructura que APOCALIPSIS, y no porque sea una novela “peor”, sino porque la historia es más pequeña que la propuesta en APOCALIPSIS. Se me ocurre la siguiente “ecuación”:

IT: 7 amigos vs. UN monstruo

APOCALIPSIS: Un grupo multitudinario (Los buenos, unidos por Madre Abigail) vs. Un grupo multitudinario (Los malos, reunidos por Randall Flagg)

Insisto, no desmerezco el primer libro en pos del segundo, pero tras leer los dos, me es inevitable pensar que APOCALIPSIS es el gran libro de Stephen King. IT está ahí, en segundo lugar (en mi humilde ranking). 


En breve saldrá “22/11/63”, que, dicen, es una obra maestra. Habrá que leerlo para saber si llegó a desbancar el trono de estas dos monumentales novelas.

A seguir leyendo! 


jueves, 19 de enero de 2012

STEPHEN KING Y YO - PARTE 2

"LOS OJOS DEL DRAGÓN", "DOLORES CLAIBORNE" y "TOMMYCKNOCKERS"

El cantante Meat Loaf suena en mis auriculares, su obra “Bat out from hell”. Si bien la banda más reconocible a la hora de hablar de Stephen King son Los Ramones, tengo la sensación que el título y la portada de este disco clásico puede generar un buen clima a la hora de hablar del maestro del terror. Así que lo dejo sonar.

Buenos Aires pasa un verano demasiado caluroso. Sigo avanzando en la cacería del payaso demoníaco “It”, ya pasé la mitad de la recorrida. El dolor dental que me aquejaba al momento de escribir el artículo anterior se ha ido, junto con el temor inmediato de su indeseada vuelta. El barrio está tranquilo, de vacaciones, apenas se escucha el susurro de los automóviles en la avenida. La mayor distracción que puedo esperar es el correteo de los gatos vecinos en el techo de casa. Es un momento ideal para viajar en el tiempo.

-Los tres libros de la fecha-

Bajo del estante “Los ojos del dragón”, y la regresión espacio-temporal comienza de inmediato. Retomo en 1998, mi primer año con King. “Carrie” me duró una semana, y después de aquella experiencia inicie un recorrido postergado por la Tierra Media de Tolkien. Los tres tomos, sumados a “El Hobbit”, eran intimidantes. Me quedaban pocas semanas hasta el inicio del año escolar y el entusiasmo fue inmediato. La historia de Bilbo y Frodo Baggins, Gandalf el Gris, Saurón, los Ents, Aragorn, Legolas y compañía fue una alegría indescriptible, que me quitó el sueño y llenó de fantasía mi cabeza. Me la pasé hablando de dragones, orcos y más cosas fabulosas durante meses. Al finalizar “Las dos torres”, hablaba tanto de criaturas salvajes y fantásticas que mi abuela paterna Haydeé –cuyos conocimientos de esta literatura se reducían a cero- me regaló “Los ojos del dragón”, sin tener idea que Stephen King se estaba convirtiendo en uno de mis autores preferidos. Supongo que debo haber dicho tantas veces la palabra “dragón”, y debo haber dibujado tantos bichos extraños en hojas de cuadernos y carpetas escolares que le quedó fijada la idea a la abuela.

Terminé “El retorno del rey”, y tenía para elegir entre “El Silmarillion” y “Los ojos…”. El instinto me indicaba que debía optar por King, y lo hice. El resultado fue uno de los libros de fantasía más fantásticos (valga la redundancia) que he leído en mi vida. En retrospectiva, no se parece tanto al resto de la obra del escritor oriundo de Maine. Los personajes están anclados en una época muy remota a los habituales contextos espacio-temporales del autor, y en si es una historia pequeña, la de una familia real acechada por un mago consejero tenebroso, que aspira a tener el poder en el reinado de Delain. El príncipe Peter, tras la muerte de sus padres, es culpado del asesinato del Rey Roland y es encarcelado en una torre, en donde verá como el mago Flagg utiliza a su torpe hermano para hacer sus designios. Allí encerrado, elaborará el plan de escape más minucioso, largo y original… de cómo sigue y que pasa, deberán leerlo, porque es en verdad maravilloso.

La pasión por la literatura, adquirida gracias a mis padres de muy pequeño, desarrolló en quien escribe una tendencia a leer cada vez más rápido. Si bien la ansiedad no es un rasgo de mi personalidad, cuando estoy estacado a una obra de ficción las páginas vuelan. “Los ojos del dragón” me duró cuatro días. En ese entonces me pareció un record admirable.

 -"Los ojos del dragón", edición de la editorial Plaza Janés-

Mi llegada a “Dolores Claiborne” fue muy sencilla. Estaba leyendo “El Silmarillion” y, para mi sorpresa, me estaba aburriendo muchísimo. Le daba vueltas a las historias de la Tierra Media, pero no encontraba la aventura que me había cautivado con anterioridad. Iba a abandonar mi primer libro desde que tenía uso de la memoria, y necesitaba algo que me inspirara confianza.

En un viaje a Capital Federal – en aquellos años era toda una odisea - , en una librería de usados, y tras revolver un poco en la sección “terror”, dí con “Dolores Claiborne” y su peculiar historia. Leí el texto de la contratapa (que en general o no dicen mucho o lo dicen todo hasta el tercer acto de la historia) y me lo llevé. Era formato bolsillo, muy barato, tanto que lo que sobraba me alcanzó para dos libros más de otros autores (eran épocas buenísimas para los lectores acérrimos). La portada del ejemplar me parecía un espanto, pero ya sabía quien me estaba hablando desde las hojas. Volví al hogar con nuevos tesoros.

Para convencerme de abandonar a Tolkien, llegué a una conclusión que en ese entonces me pareció satisfactoria: no es un libro para mi en este momento de mi vida. Lo repetí en mi mente como un mantra, y prometí volver a la Tierra Media para seguir conociendo su historia. Abrí el nuevo libro del Rey y me sumergí.

 -"Dolores Claiborne", edición de la editorial Grijalbo-

A medida que avanzaba en la lectura me di cuenta que estaba a la espera de algo fantástico o sobrenatural. “Dolores Claiborne” era un monólogo de una señora acusada del asesinato de su jefa, Vera Donovan. Durante el interrogatorio policial debe confesar el asesinato de su marido para probar la inocencia del crimen por el cual la habían imputado. Era un policial crudo, rudo y con pasajes hasta escatológicos. El segmento donde Donovan, aquella vieja insufrible, no mueve los intestinos durante una semana solo para largarle todo junto a Dolores no tiene desperdicio, al menos para la mente de un adolescente educado en una escuela católica. La impresión, al finalizar la lectura, fue la de no conocer ni un poco a Stephen King. Intuía una obra enorme detrás de los cuatro libros de mi colección, por dos motivos. El primero eran las situaciones de los libros. Todos los que había leído eran diferentes. No sé si fue el destino o la casualidad, pero encontrar cuatro libros de un mismo autor y que los cuatro no tengan parecidos temáticos superó todas mis expectativas.

El segundo motivo era simple: cada vez que iba a una librería me encontraba con una obra distinta. King explora el mundo y sobre todo, los seres humanos. Si los personajes no van al baño, no tienen sexo o no insultan en algún momento, hay cierta verosimilitud que pierde fuerza con estas ausencias. Y este autor dotaba de una humanidad palpable a sus personajes, eran personas que podían existir.

Llegó la navidad por fin, tras un año movido. Robar traguitos de sidra o champagne a los adultos era como un ritual, así como abrir los regalos. Mis papás, anticipando el verano siguiente, me dieron “Tommyknockers”. Recuerdo sus caras de satisfacción al ver mi mandíbula desencajada como un dibujito animado. Era el primer libro ENORME que tenía en mis manos, era mío, y tenía que leerlo. La edición rojo sangre de Plaza Janés con el alien en la tapa me encantó, parecía una aventura imposible de finalizar. Mi papá, en broma, me dijo algo como esto:
-         Mira hijo que en marzo empiezan las clases, ¿vas a terminarlo antes?

Los ojos me deben haber brillado, o así me gusta imaginármelo, ante tamaño desafío. Tenía que terminar “Crónicas Marcianas” de Bradbury, libro del cual solo había leído el increíble prólogo a cargo de Borges. Puse manos a la obra y para las vacaciones de enero, en Córdoba, ya estaba todo listo para “Tommyknockers”.

 -"Tommyknockers", edición de la editorial Plaza Janés-

La historia me pareció tan grande y surrealista que aún hoy recuerdo a la perfección como me sudaban las manos a medida que los bichos influían en los habitantes de Haven. La gente, de un momento a otro, desarrollaba una inteligencia superhumana, y les daba la capacidad de inventar cualquier tipo de maquinaria o dispositivo para facilitar sus vidas diarias. Supongo que muchos lectores que nos gusta escribir recordamos la maquina de escribir manejada por telepatía, o el truco de magia de un niño aprendiz de mago que sale tan perfecto, que su pequeño hermano desaparece sin dejar rastros. Las personas empiezan a entrar en un estado de hipnosis, son casi zombies de los extraterrestres, y la protagonista, la escritora Bobbie Anderson, debe desentrañar de donde salen esos extraños poderes y como acabar con ellos. Pura aventura, terror y ciencia ficción, una invasión a mi cerebro.

Terminé uno o dos días antes de mi cumpleaños (y aniversario de conocer a King), al mundo le quedaba un año de vida supuestamente (ya estamos en 1999, y el Apocalipsis llegaba en el 2000)… en el horizonte apareció un libro que me conmocionaría, a niveles insospechados…

                                                                                  Continuará…





viernes, 13 de enero de 2012

STEPHEN KING Y YO – PARTE 1


"SALEM´S LOT" y "CARRIE"
C
ierro por un momento “It”, el enorme libro al cual estoy abocado, y agarro un cuaderno para escribir esta historia. Mi historia. Historia atravesada por Stephen King, autor que escribió (entre tantos otros) el libro que estoy leyendo. Tengo la costumbre de escribir acostado en mi cama, a mano, boca abajo. Mi espalda no me lo agradece, pero parece que la única forma que ha encontrado mi cerebro de imprimir las ideas es en posición horizontal. Escucho la banda sonora de la película “Into the wild”, compuesta y ejecutada por Eddie Vedder. La música se cuela en mi cerebro, usando los oídos como túneles. Escucharía sin auriculares, pero todos duermen en mi casa. la razón de mi insomnio – quiero excusarme, lo sé – es un dolor insoportable en un diente. Cada dos minutos una oleada tamaño tsunami azota el nervio de la placa dental, y un escalofrío sacude el resto de mi cuerpo. No puedo dormir por culpa de esto. Y también por culpa de un payaso demoníaco que ataca en el corazón de Derry. Me parece un excelente marco para hablar del autor que más leí y al cual admiro.


El Rey sabe de dolores y padecimientos, escribe con sangre sus relatos y es amigo del miedo. Desde que leí el libro que me sumergió en su universo, intenté imaginarlo a él, describirlo en mi mente, idealizarlo. Me pasa con todos los autores, necesito crear y adjudicarles una voz para que ellos me relaten sus obras. Siempre vuelvo a la misma reflexión: el Rey sabe de dolores y padecimientos… y es amigo del miedo. Y encima se encarga en cada novela, cuento o nota, de demostrar que es humano. Sus personajes lo prueban. Eso es lo que más me fascina, y por eso me costó poco y nada encontrarle una voz al Rey. Me niego siempre y de forma sistemática a escuchar siquiera una entrevista al escritor. En fin, mucho divague.

Un rayo fulmina el nervio del puto diente, y salto en el tiempo y el espacio.

Caigo en 1998. Siglo pasado. Enero, día 17. Cumplo trece años y estoy en Chascomús, provincia de Buenos Aires. Encontrar una librería es un problema casi existencial, quiero leer, mis papás me van a regalar libros, pero parece que esa empresa es imposible. Estoy con toda mi familia y se sumó mi primo. Ya comimos medialunas en Atalaya, recorrimos la laguna y tomamos un helado en el centro. Por esas épocas estaba obsesionado con los vampiros, había escrito un cuento con estos monstruos, ambientado en la época de las invasiones inglesas – en la cual había un chico que viajaba en el tiempo – y la lectura de “Drácula”, en una edición destrozada de la editorial Bruguera, con Bela Lugosi en la tapa, disparó mi imaginación y avidez por los libros fantásticos.

-La edición de "Dracula", Editorial Bruguera -

Hasta ese verano del 98 (sin alusiones a la espantosa tira de Cris Morena), leía mucho. Mis padres fomentaron el sano vicio con historietas, libros de la serie “Elige tu propia aventura” y antologías de cuentos. Pasé a las novelas con “Jurassic Park”, de Michael Crichton, tras haber volado con la película de Spielberg. La fórmula me parecía simple: tengo el mundo real donde ningún monstruo sobrenatural aparece, entonces busco en los libros lo que la vida no me puede dar. A mis trece años a estrenar quería chupasangres. Visto en retrospectiva, tiene todo el sentido simbólico. A esa edad de despertares sexuales latentes, de cara a la adolescencia con la que batallaría, hormonas inquietas y cambios corporales evidentes, el vampiro era MI monstruo.

Una librería de insumos generales – lápices, cartulinas, cuadernos, etc. – apareció entre los locales de Chascumús. Tenía una pequeña selección de libros, y tras revolver, dí con uno titulado “La hora del vampiro”, de un escritor que no conocía. Ni lo dudé, si había colmillos, compraba. 

-Edición de "La hora del vampiro", editorial Emecé- 

Ahora pienso, reflexiono: si el libro hubiera llevado el título original, “Salem´s lot”, ¿Cuánto hubiera tardado en descubrir a Stephen King? Eran épocas donde Internet era, para mi, algo desconocido. Las novedades las encontraba en el diario o en las visitas a la librería del barrio o la feria del libro. El traductor de editorial Emecé, con su acertado ojo, me enganchó. No fue la horrible tapa o la pésima calidad del libro – la edición, se entiende -, sino ese “vampiro” en la nomenclatura.

Dos cosas me volaron la cabeza del libro, que no entendí bien hasta una posterior relectura: uno de los protagonistas era un niño, y había una escena donde alguien se masturbaba frente a un espejo. Aparte había chupasangres, pero no se parecían a Drácula. Estos vampiros vivían en un mundo que podía existir a la vuelta de mi casa. Me enamoré.

A la vuelta de las vacaciones me esperaba, sobre mi cama, “Carrie”, tapa negra, edición de bolsillo de la editorial “Plaza Janés”. En la portada, una muchacha ensangrentada con cara perturbadora me corroía los sueños hasta convertirlos en pesadillas. Cristina (que es cómo mi segunda madre) había dejado ese regalo de cumpleaños ahí, sobre el cobertor de las sábanas, sin saber que unos días antes había finalizado mi primera novela de Stephen King.

Me sumergí en el relato sin dudarlo. Pensé que me costaría sentir empatía por un protagonista femenino – en esa época ellas eran tan extrañas y misteriosas como los vampiros -, pero no tardó en cautivarme. La sensación era que estaba leyendo el relato de un autor en extremo inteligente y con un bagaje de lectura importante. La inclusión de notas periodísticas, extractos de libros sobre telekinesia, más la carga erótica y la irreverencia religiosa (me eduqué en colegio católico) fue magia pura, condensada en un libro. 


-Edición de "Carrie", editorial Plaza Janés- 

Leí primero la segunda novela publicada por el Rey, y en segundo lugar la primera. No tenía ni la más pálida idea de esto. Solo sabía que había descubierto a este escritor en el cual podía confiar plenamente. (¡Perdón King por el gerundio que no pude suprimir!)

Párrafos antes me preguntaba cuanto hubiera tardado en descubrir al Rey. La respuesta parece lógica: hasta el momento de mi retorno de las vacaciones, y mi encuentro íntimo con Carrie White. Dudo, con cada parte de mi cerebro y alma, que tal cosa fuera posible. Aquel regalo era totalmente arbitrario, no respondía a los gustos que exudaba en mis años mozos.

Tengo la teoría que los libros de Stephen King se buscan entre ellos. Una vez que tenes uno, es inevitable dar con otro. Pero uno tiene que dejar entrar al Rey, cómo se deja entrar a un vampiro al propio hogar, y debe atenerse a las consecuencias que ello implica.

 -Mi colección de Stephen King, en el estante del medio-

Sé que fue “La hora del vampiro” el motor que impulsó al destino para que “Carrie” apareciera en mi cama.

Fue hace casi catorce años ya. Mucha agua corrió bajo el puente. Cada libro que compré o leí y que hoy está en mi biblioteca encierra una historia más o menos extraña. Leer a Stephen King me acostumbró a aceptar estas realidades extraordinarias. Tan solo por eso debo agradecer a este escritor, cuya voz sigue alimentando la imaginación trastornada de un hombre que se siente niño cada vez que lee uno de sus libros.

Continuará…     


miércoles, 11 de enero de 2012

EL TOP 5 DEL 2011

Top 5

Prefiero hacer balances una vez que se terminó el año y comenzó el nuevo, este es mi pequeño y humilde top 5 de películas que me gustaron mucho (y no necesariamente tienen que ser las mejores a vox populi) del 2011.

5- X-MEN: FIRST CLASS

Allá en los comienzos del siglo XXI el director Bryan Singer decidió adaptar a la gran pantalla a los mutantes de la editorial Marvel, con una buena película inicial y una gran segunda parte antes de ir a derrapar a la franquicia de “Superman”. Luego llegó Brett Ratner e hizo “X Men 3: The last stand”, y pese a que tiene sus momentos, no consiguió estar a la altura de las circunstancias. Todo se fue a pique con la horrible “Wolverine”, lo cual no auguraba un futuro promisorio para la franquicia. Apareció Matthew Vaughn y el guión de “First Class”, y le pusó toda la onda que le faltaban a estos superhéroes. Los orígenes de Magneto y el profesor Xavier, los primeros mutantes, efectos especiales a la altura, una historia que se sostiene pese a que deja de lado casi toda la continuidad de los otros films, y logra uno de los hits del finado 2011.  


4- PAUL

Después de la increíble “Shawn of the dead” y “Hot Fuzz”, Simon Pegg y Nick Frost demostraron sus dotes de comediantes y la increíble química que tienen, sumado a un alto entendimiento de los géneros cinematográficos. En la primera se burlaban del género zombie, con canciones de Queen inclusive. En la segunda, se cargan a la policía y las películas de acción. Acá, nos encontramos con la historia de dos nerds fanáticos de la ciencia ficción, que viajan por Estados Unidos para recorrer los lugares con avistamientos de ovnis. En el medio, se encuentran con Paul, un alienígena que estuvo encerrado 50 años en la base “secreta” de Roswell, y deberán ayudarlo a escapar del FBI, que anda tras los pasos del simpático bicho parlante. Lo mejor es la personalidad del alien, lejos de ser un estereotipo de monstruo del espacio, le encantan los excesos, tiene tos de fumador e insulta como un camionero. Pura aventura, diversión y referencias a la cultura popular (yanki) que hacen de esta película un combo excelente. Dirige Greg Mottola. 



3-PLAGA ZOMBIE: ZONA MUTANTE: REVOLUCIÓN TÓXICA

La primer trilogía zombie argentina llegó a su fin. Por emotiva, por épica, por histórica, es una de las películas que más me gustó del pasado 2011. Toda lo que pienso de esta fabulosa obra está en la nota anterior.




2- WARRIOR

Es la “Rocky” del siglo XXI. Dos peleadores de la disciplina “vale todo”, enjaulados, disputándose 5 millones de dólares. Encima son hermanos, ambos vienen de un hogar roto, con un padre alcohólico en recuperación y una madre muerta. Uno de ellos, Tommy (Tom Hardy) es un héroe de guerra que desertó, y busca resarcir económicamente a la familia de su mejor amigo, muerto en combate. El otro, Brendan (Joel Edgerton) es profesor de física en una escuela y pelea en circuitos paralelos, para ganar unos dólares que le permitan salvar su casa. Paddy (Nick Nolte) es el padre de ambos. Quiere reunir a sus hijos, que lo odian, y ve la oportunidad de entrenar a Tommy como en las viejas épocas como el puente hacia la reunión de la familia. Gavin O´Connor dirige este drama que hace más hincapié en la historia de los personajes que en las trompadas y patadas. Pero, cuando se tiene que poner a dirigir acción, no defrauda. El tercer acto de la película es simplemente imperdible. Un nuevo clásico, que el tiempo seguramente pondrá en su lugar. 




1-     MELANCHOLIA

Lars von Trier lo hizo de nuevo. El controversial director, cuando no se dedica a hacer “chistes” en festivales internacionales, sale con películas como estas.
Un planeta extraño y errante se acerca a la tierra, Melancholia, y amenaza con impactar y acabar con la vida. Sin embargo, la historia se centra en dos hermanas, Justine y Claire (Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg), y de cómo su relación va creciendo mientras todo se acerca a su fin. La película abre con la historia de Justine, el día de la fiesta post- casamiento, que organizó su hermana en el enorme caserón del marido John (Kieffer Sutherland). En esta parte nos enteramos de la particular personalidad de la hermana menor, de la relación extraña con su padre Dexter (John Hurt).
En la segunda mitad von Trier se centra en la historia de Claire, que se hace cargo de su hermana menor, acosada por una extraña depresión, y se instala en la mansión. Acá conocemos un poco más la dinámica de la familia que componen John, Claire y su pequeño hijo Leo. Todos están fascinados con la llegada de Melancholia a la tierra, y albergan la esperanza que no impacte sobre la superficie terrestre. Justine se ira recuperando de a poco a medida que su hermana mayor cae en estado de desesperación y pánico, hasta el inevitable final, en el sentido más estricto de la palabra.
La premisa es de una película de ciencia ficción, pero es solo una premisa, el famoso Mc Guffin de Hitchcock que hace caminar a la historia. De hecho, el director nos muestra el choque de los planetas en los primeros cinco minutos del metraje. Lo que importa es como este reducido grupo de seres humanos reacciona ante la extinción.
“Melancholia” está plagada de planos hermosos, casi obras pictóricas animadas (algo muy propio del cineasta danés), la música acompaña, todo funciona en la que fue, para mi, la mejor película de este 2011 que se fue hace unos pocos días.
Ah! Y Kirsten Dunst aparece bellamente desnuda, para los que nos quedamos con las ganas después de la escena del beso invertido bajo la lluvia en la primera entrega de “Spider Man”! (Aparte actúa muy bien acá, hay que reconocerlo) 




Este es mi top 5 de películas del año que pasó. Quedaron unas cuantas afuera peleando el “podio”, pero al final calificaron estas. Son las que me pasé recomendando a todo el que pude, las que volví a ver (y volvería a ver muchas veces más), y sobre las que sentí ganas de escribir.

Feliz 2012 gente. Nos vemos.         

viernes, 4 de noviembre de 2011

PLAGA ZOMBIE: ZONA MUTANTE: REVOLUCIÓN TÓXICA

¿QUÉ SE ESTRENO QUE COSA?

Se realizó el pre-estreno de “Plaga Zombie: Zona Mutante: Revolución Tóxica”, o como el universo del cine la conoce, “Plaga Zombie 3” (de aquí en adelante, “PZ3”). Tuvo lugar en tres fechas a sala llena, en el complejo Monumental Lavalle. El marco: la decimosegunda edición del festival de cine fantástico Buenos Aires Rojo Sangre, uno de los más importantes exponentes independientes en materia de festivales de Latinoamérica.

Repito: se realizó el pre-estreno de “PZ3”, tal vez el evento más importante del cine independiente nacional contemporáneo. Un hito en muchos niveles. Un logro. Una epopeya épica que trasciende los límites de la pantalla grande.

Lo repito porque no me lo creo aún. Se pre-estrenó “PZ3”, para el delirio y deleite de fanáticos congregados a lo largo de quince años de historia que lleva esta trilogía. Imposible ser objetivo en estas líneas.


(Los realizadores en el BARS 2012)

PERO, ¿QUÉ VENDRÍA A SER ESTO?

La historia de esta gesta es conocida, pero haremos un resumen de la misma. En 1997 (en el cénit del 1 a 1, pleno reinado “turco” en una Argentina víctima de la rifa silenciosa de industrias, tierras y el bienestar social) la gente de Farsa Producciones emprendió la tarea de hacer un largometraje. Ninguno pasaba la mayoría de edad, no podían votar, ni comprar bebidas alcohólicas legalmente, y menos que menos aplicar para un subsidio estatal cinematográfico. Tenían una cámara VHS, una casa, algunos amigos y una idea. A esto le sumaron colorante para torta, influencias del cine norteamericano popular, zombies, historietas y extraterrestres. Tenían unos pocos pesos, muy pocos. Y estaban haciendo una revolución dese su Sierra Maestra bonaerense – Haedo, para más datos – y se intuye que no tenían la menor idea del monstruo que estaban pariendo. El resultado fue una película de culto, editada en muchos países del mundo, muchísimos adeptos, un crecimiento personal. Una revolución lenta y silenciosa, pero segura.

Año 2001, el país rechazaba como a un órgano trasplantado al presidente que había proclamado no ser aburrido. Un ministro de economía nefasto le decía al pueblo que no podrían sacar su dinero de los bancos. Las cacerolas se convirtieron en armas ruidosas, y hubo enfrentamientos épicos con dolorosas veintiún muertes. Presidente huye en helicóptero tras renunciar. Se estrena “Plaga Zombie: Zona Mutante”, en el medio de un caos palpable. Los chicos ya no eran tan chicos, habían pasado por su crisis personal – que resultó en una película llamada “Nunca asistas a este tipo de fiestas” – y le mostraban al mundo como luchar con hordas de zombies, con una producción e imaginación desbordada, exagerada, divertida. Ninguna película nacional del mainstream consiguió generar imágenes imborrables como hicieron los Farsa.

Año 2011, tras tres años de separación entre el rodaje y su culminación, sale a la luz “PZ3”. El país se ha estabilizado, gobierna Cristina Fernandez su segundo mandato (y es la primer mujer reelecta para el cargo presidencial en el mundo). Ahora existe un canal de televisión que pasa las películas de Farsa Producciones (entre muchas otras independientes), hay una distribuidora que acerca este cine a las masas. El festival “Rojo Sangre”, que fue la cuna de muchos bebés cinematográficos, está consolidado. Los chicos de Haedo ya no son tan chicos, pero lucen igual en la pantalla que en el 2001. Han pasado muchas experiencias y entienden que lo suyo fue una revolución, tal es así que titularon su cierre épico con este término. El público ha crecido con ellos, y una nueva generación se acerca a ver lo que pasó con los tres héroes disímiles que intentan salvar al mundo.

Los años ubicaran en su justa posición a este evento que – sin exagerar – podemos considerar histórico.

(Liniers, dibujante, en clave Zombie)

LA RECETA DEL PLATO PRINCIPAL

“PZ3” tiene todos los elementos para ser el plato fuerte del cine independiente latinoamericano, y tal vez mundial. Completa una trilogía pergeñada a lo largo de quince años, sin renunciar al espíritu visual y narrativo desde la primera entrega, a la que le añaden la desmesura de la segunda parte. Le añaden más de veinte años en experiencia audiovisual. En la pantalla se ven dibujantes que comenzaron en el under (junto con “Plaga Zombie”) como Podetti, Fayó o Diego Parés, ahora todos consagrados. En esta entrega, encima, se les suma Liniers, como para completar el cuarteto “dibujado”.

Hay cameos de directores que han marcado a fuego la rica historia de esta escena local siempre en crecimiento (Laura Casabé – El Hada buena -, Mad Crampi – Run, run Bunny - , Daniel de la Vega – La muerte conoce tu nombre – y Adrián García Bogliano – Habitaciones para turistas - ). La escena en la cual participan constituye un homenaje al comienzo de la primera “Plaga..” y marca el tono y ritmo que tendrá este episodio final.

Tampoco escatiman en revisitar sus anteriores trabajos (una constante en lo que podemos denominar la “mitología Farsa”, con personajes, situaciones y objetos recurrentes en cada una de sus cintas). Por ejemplo, en una de las peleas John West le rompe una pierna a un zombie de la misma manera que Bill Johnson lo hace en “Zona Mutante”. El arte se encarga de ubicarnos temporalmente en 1997, con posters de Alf, Roxette (¡ROXETTE!), o ediciones en VHS de He-man, por nombrar unos cuantos nomás. También tenemos la computadora retro con la cual babea Max Giggs, la espada de Bill, gran arma que esta vez tendrá más protagonismo.

Las actuaciones llegan a su punto cumbre. Lo que en la primera se intuía, en la segunda doblaba la apuesta, en esta tercera parte se consolida. El registro de voz en castellano neutro no pierde vigencia, todo está al servicio de la historia, y cuesta pensar que es probable que no volvamos a tener otra película de esta productora hablada como en los viejos doblajes que solíamos ver en los canales de aire.

Otro punto a destacar es la labor en dirección de fotografía de Diego Echave. “PZ3” se ve mejor que las otras dos entregas, pero consigue otorgar un balance que no la excluye de la sintaxis estética propuesta allá por el `97. La gente de Farsa Producciones dedica la película a Echave, a quien muchos recordaran no solo por su trabajo como director de fotografía y docente. “PZ3” es un gran testimonio de legado que este hombre supo dejar. Y hasta tiene su participación como zombie luchador en una escena clave del film.

PARA LA HISTORIA

¿Cómo evitar que tan rica historia “behind the scenes” produzca un escalofrío en la médula espinal? ¿Por qué uno debería querer evitarlo? Las obras que trascienden al propio arco argumental son las que generan una mitología propia dentro y fuera de la pantalla. Los de Farsa lo consiguieron con creces. Aprobaron la prueba del paso del tiempo con una serie de personajes carismáticos y bien definidos. Le otorgaron colores psicodélicos a los oscuros zombies. Mezclaron géneros que conforman un todo más homogéneo que las partes por separado. Los realizadores son artistas consagrados en diversos ámbitos del mundo artístico. Y “PZ3” tiene un elemento que otras obras cumbres no tienen: se intuye un futuro aún más brillante para ellos.

En general, cuando un artista da con su obra magna, cuesta creer que lo que siga pueda llegar a superar la propuesta. Esta trilogía fue creciendo en calidad, se nutrió de los mejores aspectos de cada entrega, y aprendieron de sus errores. Y, si bien hay alguna respuesta ausente en el arco argumental de la historia, es un cierre que cumple a la perfección con las ambiciones inherentes a las “reglas” de una trilogía.

En esta tercera parte, Bill (Pablo Parés), John (Berta Muñiz) y Max (Hernán Sáez) deben asumir que el futuro de la humanidad depende de ellos. No solo es la lucha por la supervivencia, o encontrar la salida del pueblo infectado. Ahora van en busca del enemigo, aceptan el sacrificio de la empresa. En el camino deberán reivindicarse. John West, antiguo luchador de catch y héroe de los niños, luchará contra sus limitaciones y dudas personales. Deberá probarse a si mismo. Max Giggs, fanático de las computadoras y matemático casi ermitaño, poseedor de un brazo zombie, se calza la capa e idea el plan maestro del tridente guerrillero. Su personalidad infantil dará un vuelco en la trama que protagoniza. Bill Johnson, el hombre de acción y ex estudiante de medicina devenido en jardinero, se asume como la columna vertebral, y el rol de líder austero y duro (no sonríe jamás, como un personaje cowboy de Clint Eastwood) será quien enfrente a un enemigo aún más tenebroso que los zombies-alienígenas. , y cerrará un círculo que comenzó con la muerte de un paciente en sus años de residente. Los tres, en conjunto, llegaran al final del camino del héroe.

El BARS reconoció la labor en actuación de Hernán Saéz, que compone al histriónico Max y, sobre él, recae la mayor parte de la comicidad de la película. También se llevaron el premio del público a la mejor película, y una mención especial por la conformación de una trilogía a lo largo de los años. Tres funciones desbordadas de fanáticos y amigos. Y es solo el comienzo, ya que en marzo del 2012 este “monstruo” verá la luz pública.

Felicitaciones a toda la gente que compone el staff de Farsa Producciones. Han conseguido completar la primer trilogía zombie latinoamericana de la historia, se han hecho de fanáticos alrededor del mundo, y dejan con ganas de más. Porque los personajes y las obras que pasan a los anales de la historia son aquellos que, lejos de saciar las ganas de los que las visitan, generan en el espectador ese deseo que nunca acabe, que la película siga y siga…