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domingo, 23 de marzo de 2014

SUPERMAN: HIJO ROJO

En la época dorada de los comics la editorial DC puso de moda pequeños especiales de superhéroes bajo el título “Historias Imaginarias”. En esas páginas uno se podía encontrar con mil kriptonitas distintas que le daban diferentes poderes o cambiaban la fisonomía de Superman; historias sobre un planeta Krypton que jamás explotó; o la primera muerte de Superman, a cargo de Lex Luthor. Para mi gusto, una de las mejores de esa etapa.


Cada historia finalizaba con una leyenda parecida a la siguiente “no se preocupen queridos lectores, es sólo una historia imaginaria.” Y al mes siguiente, todo volvía a la normalidad.


Muchos años después, DC continuó con esta moda, sólo que le otorgó más seriedad al dotarlo de un nuevo título: “Elseworlds”, u “Otros mundos”. También eran historias autoconclusivas que exploraban realidades alternativas de los personajes. Recuerdo uno en particular que contaba la historia de Superman adoptado por la familia Wayne, que en si era bastante oscura y algo lograda.

En el presente, estas historias imaginarias continúan apareciendo, sólo que en formato de especiales separados de la continuidad compleja que plantea DC Comics. Superman: Hijo Rojo, escrita por Mark Millar y dibujada por Dave Johnson y Kilian Plunket, traza otra historia alternativa del kryptoniano, imaginando un futuro distópico y bastante interesante.

La historia es bastante simple: Kal-El, por una diferencia de doce horas, cae en un campo de Ucrania en vez del apacible paisaje rural de Smallville. Criado por anónimos campesinos que viven bajo el régimen de la Unión de Repúblicas Soviéticas, el pequeño alienígena crece con los preceptos del socialismo.


Un día aparece con todo su esplendor, y es noticia alrededor del mundo. En especial en Estados Unidos, que se entera de la nueva arma que posee el temible enemigo rojo: un superhombre capaz de todo tipo de proezas, lo cual transforma a la Guerra Fría en una carrera desesperada. El poderoso país del norte se encuentra en clara desventaja, y comisionan a Lex Luthor, el hombre más inteligente del mundo, a desarrollar una respuesta acorde a este nuevo desafío.

Lois Lane acá es Lois Luthor, y si bien sigue siendo una periodista, en este mundo los diarios están en caída libre. Jimmy Olsen es un agente gubernamental encargado de tratar con Luthor. Así mismo, conocemos la peculiar relación entre Wonder Woman y Superman – que lleva el martillo y la hoz en el pecho, en vez de la clásica “S” – y una versión rusa y anarquista de Batman, que en los breves pasajes en los cuales aparece tiene más de un parecido a V, el protagonista de V de Vendetta.

El argumento se teje en las contradicciones políticas que implica el superhombre ruso, pero sobre todo, la obsesión que tiene Luthor por destruir al alienígena. La única diferencia con todas las otras historias en las cuales el calvo villano intenta acabar con el superhéroe es que acá no se lo presenta inicialmente como un villano.

Y presten especial atención a la aparición de Linterna Verde, al cual Millar le ha dado una vuelta de tuerca más que interesante.    


El guión de Millar oscila entre grandes pasajes y otros bastante menos logrados. Aburre un poco cada exposición de Luthor sobre su inteligencia. Lo vemos diciendo que aprendió idiomas en un día, jugando múltiples partidas de ajedrez sin siquiera prestar atención, o resolver problemas económicos en el horario del almuerzo. Aún así, la Rusia que plantea es bastante interesante, y si bien Millar es un claro exponente de la visión norteamericana de los soviéticos, consigue aproximarse con cierto respeto. Una vez que abandona la trama política y se centra en la aventura y la ciencia ficción, la historia crece y gana en emoción.

El apartado gráfico es una mezcla de una ilustración clásica mezclada con una disposición de las viñetas y el dinamismo del siglo XXI. Gran caracterización de los personajes, re-imaginados para este futuro alternativo. Disfruté mucho del nuevo Batman, con su vertiente rusa y cierto aire de desquiciado. También están muy bien llevados al comic las figuras históricas, con el destacado de Joseph Stalin, bien retratado por Dave Johnson y Kilian Plunket, que hicieron un trabajo más que destacable.

Le edición argentina, a cargo de ECC Sudamericana, presentó dos versiones, una en tapa dura y otra en rústica. Esta última (que es la que yo poseo) trae un prólogo de Tom DeSanto, y una galería de bocetos a cargo de los ilustradores, con la incursión del fabuloso Alex Ross (Kingdome Come) con algunos diseños de personajes.



Una historia más que recomendable para echar una visión distinta a la mitología del primer superhéroe de la historia.  



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