Guerreros del cine

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jueves, 19 de enero de 2012

STEPHEN KING Y YO - PARTE 2

"LOS OJOS DEL DRAGÓN", "DOLORES CLAIBORNE" y "TOMMYCKNOCKERS"

El cantante Meat Loaf suena en mis auriculares, su obra “Bat out from hell”. Si bien la banda más reconocible a la hora de hablar de Stephen King son Los Ramones, tengo la sensación que el título y la portada de este disco clásico puede generar un buen clima a la hora de hablar del maestro del terror. Así que lo dejo sonar.

Buenos Aires pasa un verano demasiado caluroso. Sigo avanzando en la cacería del payaso demoníaco “It”, ya pasé la mitad de la recorrida. El dolor dental que me aquejaba al momento de escribir el artículo anterior se ha ido, junto con el temor inmediato de su indeseada vuelta. El barrio está tranquilo, de vacaciones, apenas se escucha el susurro de los automóviles en la avenida. La mayor distracción que puedo esperar es el correteo de los gatos vecinos en el techo de casa. Es un momento ideal para viajar en el tiempo.

-Los tres libros de la fecha-

Bajo del estante “Los ojos del dragón”, y la regresión espacio-temporal comienza de inmediato. Retomo en 1998, mi primer año con King. “Carrie” me duró una semana, y después de aquella experiencia inicie un recorrido postergado por la Tierra Media de Tolkien. Los tres tomos, sumados a “El Hobbit”, eran intimidantes. Me quedaban pocas semanas hasta el inicio del año escolar y el entusiasmo fue inmediato. La historia de Bilbo y Frodo Baggins, Gandalf el Gris, Saurón, los Ents, Aragorn, Legolas y compañía fue una alegría indescriptible, que me quitó el sueño y llenó de fantasía mi cabeza. Me la pasé hablando de dragones, orcos y más cosas fabulosas durante meses. Al finalizar “Las dos torres”, hablaba tanto de criaturas salvajes y fantásticas que mi abuela paterna Haydeé –cuyos conocimientos de esta literatura se reducían a cero- me regaló “Los ojos del dragón”, sin tener idea que Stephen King se estaba convirtiendo en uno de mis autores preferidos. Supongo que debo haber dicho tantas veces la palabra “dragón”, y debo haber dibujado tantos bichos extraños en hojas de cuadernos y carpetas escolares que le quedó fijada la idea a la abuela.

Terminé “El retorno del rey”, y tenía para elegir entre “El Silmarillion” y “Los ojos…”. El instinto me indicaba que debía optar por King, y lo hice. El resultado fue uno de los libros de fantasía más fantásticos (valga la redundancia) que he leído en mi vida. En retrospectiva, no se parece tanto al resto de la obra del escritor oriundo de Maine. Los personajes están anclados en una época muy remota a los habituales contextos espacio-temporales del autor, y en si es una historia pequeña, la de una familia real acechada por un mago consejero tenebroso, que aspira a tener el poder en el reinado de Delain. El príncipe Peter, tras la muerte de sus padres, es culpado del asesinato del Rey Roland y es encarcelado en una torre, en donde verá como el mago Flagg utiliza a su torpe hermano para hacer sus designios. Allí encerrado, elaborará el plan de escape más minucioso, largo y original… de cómo sigue y que pasa, deberán leerlo, porque es en verdad maravilloso.

La pasión por la literatura, adquirida gracias a mis padres de muy pequeño, desarrolló en quien escribe una tendencia a leer cada vez más rápido. Si bien la ansiedad no es un rasgo de mi personalidad, cuando estoy estacado a una obra de ficción las páginas vuelan. “Los ojos del dragón” me duró cuatro días. En ese entonces me pareció un record admirable.

 -"Los ojos del dragón", edición de la editorial Plaza Janés-

Mi llegada a “Dolores Claiborne” fue muy sencilla. Estaba leyendo “El Silmarillion” y, para mi sorpresa, me estaba aburriendo muchísimo. Le daba vueltas a las historias de la Tierra Media, pero no encontraba la aventura que me había cautivado con anterioridad. Iba a abandonar mi primer libro desde que tenía uso de la memoria, y necesitaba algo que me inspirara confianza.

En un viaje a Capital Federal – en aquellos años era toda una odisea - , en una librería de usados, y tras revolver un poco en la sección “terror”, dí con “Dolores Claiborne” y su peculiar historia. Leí el texto de la contratapa (que en general o no dicen mucho o lo dicen todo hasta el tercer acto de la historia) y me lo llevé. Era formato bolsillo, muy barato, tanto que lo que sobraba me alcanzó para dos libros más de otros autores (eran épocas buenísimas para los lectores acérrimos). La portada del ejemplar me parecía un espanto, pero ya sabía quien me estaba hablando desde las hojas. Volví al hogar con nuevos tesoros.

Para convencerme de abandonar a Tolkien, llegué a una conclusión que en ese entonces me pareció satisfactoria: no es un libro para mi en este momento de mi vida. Lo repetí en mi mente como un mantra, y prometí volver a la Tierra Media para seguir conociendo su historia. Abrí el nuevo libro del Rey y me sumergí.

 -"Dolores Claiborne", edición de la editorial Grijalbo-

A medida que avanzaba en la lectura me di cuenta que estaba a la espera de algo fantástico o sobrenatural. “Dolores Claiborne” era un monólogo de una señora acusada del asesinato de su jefa, Vera Donovan. Durante el interrogatorio policial debe confesar el asesinato de su marido para probar la inocencia del crimen por el cual la habían imputado. Era un policial crudo, rudo y con pasajes hasta escatológicos. El segmento donde Donovan, aquella vieja insufrible, no mueve los intestinos durante una semana solo para largarle todo junto a Dolores no tiene desperdicio, al menos para la mente de un adolescente educado en una escuela católica. La impresión, al finalizar la lectura, fue la de no conocer ni un poco a Stephen King. Intuía una obra enorme detrás de los cuatro libros de mi colección, por dos motivos. El primero eran las situaciones de los libros. Todos los que había leído eran diferentes. No sé si fue el destino o la casualidad, pero encontrar cuatro libros de un mismo autor y que los cuatro no tengan parecidos temáticos superó todas mis expectativas.

El segundo motivo era simple: cada vez que iba a una librería me encontraba con una obra distinta. King explora el mundo y sobre todo, los seres humanos. Si los personajes no van al baño, no tienen sexo o no insultan en algún momento, hay cierta verosimilitud que pierde fuerza con estas ausencias. Y este autor dotaba de una humanidad palpable a sus personajes, eran personas que podían existir.

Llegó la navidad por fin, tras un año movido. Robar traguitos de sidra o champagne a los adultos era como un ritual, así como abrir los regalos. Mis papás, anticipando el verano siguiente, me dieron “Tommyknockers”. Recuerdo sus caras de satisfacción al ver mi mandíbula desencajada como un dibujito animado. Era el primer libro ENORME que tenía en mis manos, era mío, y tenía que leerlo. La edición rojo sangre de Plaza Janés con el alien en la tapa me encantó, parecía una aventura imposible de finalizar. Mi papá, en broma, me dijo algo como esto:
-         Mira hijo que en marzo empiezan las clases, ¿vas a terminarlo antes?

Los ojos me deben haber brillado, o así me gusta imaginármelo, ante tamaño desafío. Tenía que terminar “Crónicas Marcianas” de Bradbury, libro del cual solo había leído el increíble prólogo a cargo de Borges. Puse manos a la obra y para las vacaciones de enero, en Córdoba, ya estaba todo listo para “Tommyknockers”.

 -"Tommyknockers", edición de la editorial Plaza Janés-

La historia me pareció tan grande y surrealista que aún hoy recuerdo a la perfección como me sudaban las manos a medida que los bichos influían en los habitantes de Haven. La gente, de un momento a otro, desarrollaba una inteligencia superhumana, y les daba la capacidad de inventar cualquier tipo de maquinaria o dispositivo para facilitar sus vidas diarias. Supongo que muchos lectores que nos gusta escribir recordamos la maquina de escribir manejada por telepatía, o el truco de magia de un niño aprendiz de mago que sale tan perfecto, que su pequeño hermano desaparece sin dejar rastros. Las personas empiezan a entrar en un estado de hipnosis, son casi zombies de los extraterrestres, y la protagonista, la escritora Bobbie Anderson, debe desentrañar de donde salen esos extraños poderes y como acabar con ellos. Pura aventura, terror y ciencia ficción, una invasión a mi cerebro.

Terminé uno o dos días antes de mi cumpleaños (y aniversario de conocer a King), al mundo le quedaba un año de vida supuestamente (ya estamos en 1999, y el Apocalipsis llegaba en el 2000)… en el horizonte apareció un libro que me conmocionaría, a niveles insospechados…

                                                                                  Continuará…





viernes, 13 de enero de 2012

STEPHEN KING Y YO – PARTE 1


"SALEM´S LOT" y "CARRIE"
C
ierro por un momento “It”, el enorme libro al cual estoy abocado, y agarro un cuaderno para escribir esta historia. Mi historia. Historia atravesada por Stephen King, autor que escribió (entre tantos otros) el libro que estoy leyendo. Tengo la costumbre de escribir acostado en mi cama, a mano, boca abajo. Mi espalda no me lo agradece, pero parece que la única forma que ha encontrado mi cerebro de imprimir las ideas es en posición horizontal. Escucho la banda sonora de la película “Into the wild”, compuesta y ejecutada por Eddie Vedder. La música se cuela en mi cerebro, usando los oídos como túneles. Escucharía sin auriculares, pero todos duermen en mi casa. la razón de mi insomnio – quiero excusarme, lo sé – es un dolor insoportable en un diente. Cada dos minutos una oleada tamaño tsunami azota el nervio de la placa dental, y un escalofrío sacude el resto de mi cuerpo. No puedo dormir por culpa de esto. Y también por culpa de un payaso demoníaco que ataca en el corazón de Derry. Me parece un excelente marco para hablar del autor que más leí y al cual admiro.


El Rey sabe de dolores y padecimientos, escribe con sangre sus relatos y es amigo del miedo. Desde que leí el libro que me sumergió en su universo, intenté imaginarlo a él, describirlo en mi mente, idealizarlo. Me pasa con todos los autores, necesito crear y adjudicarles una voz para que ellos me relaten sus obras. Siempre vuelvo a la misma reflexión: el Rey sabe de dolores y padecimientos… y es amigo del miedo. Y encima se encarga en cada novela, cuento o nota, de demostrar que es humano. Sus personajes lo prueban. Eso es lo que más me fascina, y por eso me costó poco y nada encontrarle una voz al Rey. Me niego siempre y de forma sistemática a escuchar siquiera una entrevista al escritor. En fin, mucho divague.

Un rayo fulmina el nervio del puto diente, y salto en el tiempo y el espacio.

Caigo en 1998. Siglo pasado. Enero, día 17. Cumplo trece años y estoy en Chascomús, provincia de Buenos Aires. Encontrar una librería es un problema casi existencial, quiero leer, mis papás me van a regalar libros, pero parece que esa empresa es imposible. Estoy con toda mi familia y se sumó mi primo. Ya comimos medialunas en Atalaya, recorrimos la laguna y tomamos un helado en el centro. Por esas épocas estaba obsesionado con los vampiros, había escrito un cuento con estos monstruos, ambientado en la época de las invasiones inglesas – en la cual había un chico que viajaba en el tiempo – y la lectura de “Drácula”, en una edición destrozada de la editorial Bruguera, con Bela Lugosi en la tapa, disparó mi imaginación y avidez por los libros fantásticos.

-La edición de "Dracula", Editorial Bruguera -

Hasta ese verano del 98 (sin alusiones a la espantosa tira de Cris Morena), leía mucho. Mis padres fomentaron el sano vicio con historietas, libros de la serie “Elige tu propia aventura” y antologías de cuentos. Pasé a las novelas con “Jurassic Park”, de Michael Crichton, tras haber volado con la película de Spielberg. La fórmula me parecía simple: tengo el mundo real donde ningún monstruo sobrenatural aparece, entonces busco en los libros lo que la vida no me puede dar. A mis trece años a estrenar quería chupasangres. Visto en retrospectiva, tiene todo el sentido simbólico. A esa edad de despertares sexuales latentes, de cara a la adolescencia con la que batallaría, hormonas inquietas y cambios corporales evidentes, el vampiro era MI monstruo.

Una librería de insumos generales – lápices, cartulinas, cuadernos, etc. – apareció entre los locales de Chascumús. Tenía una pequeña selección de libros, y tras revolver, dí con uno titulado “La hora del vampiro”, de un escritor que no conocía. Ni lo dudé, si había colmillos, compraba. 

-Edición de "La hora del vampiro", editorial Emecé- 

Ahora pienso, reflexiono: si el libro hubiera llevado el título original, “Salem´s lot”, ¿Cuánto hubiera tardado en descubrir a Stephen King? Eran épocas donde Internet era, para mi, algo desconocido. Las novedades las encontraba en el diario o en las visitas a la librería del barrio o la feria del libro. El traductor de editorial Emecé, con su acertado ojo, me enganchó. No fue la horrible tapa o la pésima calidad del libro – la edición, se entiende -, sino ese “vampiro” en la nomenclatura.

Dos cosas me volaron la cabeza del libro, que no entendí bien hasta una posterior relectura: uno de los protagonistas era un niño, y había una escena donde alguien se masturbaba frente a un espejo. Aparte había chupasangres, pero no se parecían a Drácula. Estos vampiros vivían en un mundo que podía existir a la vuelta de mi casa. Me enamoré.

A la vuelta de las vacaciones me esperaba, sobre mi cama, “Carrie”, tapa negra, edición de bolsillo de la editorial “Plaza Janés”. En la portada, una muchacha ensangrentada con cara perturbadora me corroía los sueños hasta convertirlos en pesadillas. Cristina (que es cómo mi segunda madre) había dejado ese regalo de cumpleaños ahí, sobre el cobertor de las sábanas, sin saber que unos días antes había finalizado mi primera novela de Stephen King.

Me sumergí en el relato sin dudarlo. Pensé que me costaría sentir empatía por un protagonista femenino – en esa época ellas eran tan extrañas y misteriosas como los vampiros -, pero no tardó en cautivarme. La sensación era que estaba leyendo el relato de un autor en extremo inteligente y con un bagaje de lectura importante. La inclusión de notas periodísticas, extractos de libros sobre telekinesia, más la carga erótica y la irreverencia religiosa (me eduqué en colegio católico) fue magia pura, condensada en un libro. 


-Edición de "Carrie", editorial Plaza Janés- 

Leí primero la segunda novela publicada por el Rey, y en segundo lugar la primera. No tenía ni la más pálida idea de esto. Solo sabía que había descubierto a este escritor en el cual podía confiar plenamente. (¡Perdón King por el gerundio que no pude suprimir!)

Párrafos antes me preguntaba cuanto hubiera tardado en descubrir al Rey. La respuesta parece lógica: hasta el momento de mi retorno de las vacaciones, y mi encuentro íntimo con Carrie White. Dudo, con cada parte de mi cerebro y alma, que tal cosa fuera posible. Aquel regalo era totalmente arbitrario, no respondía a los gustos que exudaba en mis años mozos.

Tengo la teoría que los libros de Stephen King se buscan entre ellos. Una vez que tenes uno, es inevitable dar con otro. Pero uno tiene que dejar entrar al Rey, cómo se deja entrar a un vampiro al propio hogar, y debe atenerse a las consecuencias que ello implica.

 -Mi colección de Stephen King, en el estante del medio-

Sé que fue “La hora del vampiro” el motor que impulsó al destino para que “Carrie” apareciera en mi cama.

Fue hace casi catorce años ya. Mucha agua corrió bajo el puente. Cada libro que compré o leí y que hoy está en mi biblioteca encierra una historia más o menos extraña. Leer a Stephen King me acostumbró a aceptar estas realidades extraordinarias. Tan solo por eso debo agradecer a este escritor, cuya voz sigue alimentando la imaginación trastornada de un hombre que se siente niño cada vez que lee uno de sus libros.

Continuará…     


miércoles, 11 de enero de 2012

EL TOP 5 DEL 2011

Top 5

Prefiero hacer balances una vez que se terminó el año y comenzó el nuevo, este es mi pequeño y humilde top 5 de películas que me gustaron mucho (y no necesariamente tienen que ser las mejores a vox populi) del 2011.

5- X-MEN: FIRST CLASS

Allá en los comienzos del siglo XXI el director Bryan Singer decidió adaptar a la gran pantalla a los mutantes de la editorial Marvel, con una buena película inicial y una gran segunda parte antes de ir a derrapar a la franquicia de “Superman”. Luego llegó Brett Ratner e hizo “X Men 3: The last stand”, y pese a que tiene sus momentos, no consiguió estar a la altura de las circunstancias. Todo se fue a pique con la horrible “Wolverine”, lo cual no auguraba un futuro promisorio para la franquicia. Apareció Matthew Vaughn y el guión de “First Class”, y le pusó toda la onda que le faltaban a estos superhéroes. Los orígenes de Magneto y el profesor Xavier, los primeros mutantes, efectos especiales a la altura, una historia que se sostiene pese a que deja de lado casi toda la continuidad de los otros films, y logra uno de los hits del finado 2011.  


4- PAUL

Después de la increíble “Shawn of the dead” y “Hot Fuzz”, Simon Pegg y Nick Frost demostraron sus dotes de comediantes y la increíble química que tienen, sumado a un alto entendimiento de los géneros cinematográficos. En la primera se burlaban del género zombie, con canciones de Queen inclusive. En la segunda, se cargan a la policía y las películas de acción. Acá, nos encontramos con la historia de dos nerds fanáticos de la ciencia ficción, que viajan por Estados Unidos para recorrer los lugares con avistamientos de ovnis. En el medio, se encuentran con Paul, un alienígena que estuvo encerrado 50 años en la base “secreta” de Roswell, y deberán ayudarlo a escapar del FBI, que anda tras los pasos del simpático bicho parlante. Lo mejor es la personalidad del alien, lejos de ser un estereotipo de monstruo del espacio, le encantan los excesos, tiene tos de fumador e insulta como un camionero. Pura aventura, diversión y referencias a la cultura popular (yanki) que hacen de esta película un combo excelente. Dirige Greg Mottola. 



3-PLAGA ZOMBIE: ZONA MUTANTE: REVOLUCIÓN TÓXICA

La primer trilogía zombie argentina llegó a su fin. Por emotiva, por épica, por histórica, es una de las películas que más me gustó del pasado 2011. Toda lo que pienso de esta fabulosa obra está en la nota anterior.




2- WARRIOR

Es la “Rocky” del siglo XXI. Dos peleadores de la disciplina “vale todo”, enjaulados, disputándose 5 millones de dólares. Encima son hermanos, ambos vienen de un hogar roto, con un padre alcohólico en recuperación y una madre muerta. Uno de ellos, Tommy (Tom Hardy) es un héroe de guerra que desertó, y busca resarcir económicamente a la familia de su mejor amigo, muerto en combate. El otro, Brendan (Joel Edgerton) es profesor de física en una escuela y pelea en circuitos paralelos, para ganar unos dólares que le permitan salvar su casa. Paddy (Nick Nolte) es el padre de ambos. Quiere reunir a sus hijos, que lo odian, y ve la oportunidad de entrenar a Tommy como en las viejas épocas como el puente hacia la reunión de la familia. Gavin O´Connor dirige este drama que hace más hincapié en la historia de los personajes que en las trompadas y patadas. Pero, cuando se tiene que poner a dirigir acción, no defrauda. El tercer acto de la película es simplemente imperdible. Un nuevo clásico, que el tiempo seguramente pondrá en su lugar. 




1-     MELANCHOLIA

Lars von Trier lo hizo de nuevo. El controversial director, cuando no se dedica a hacer “chistes” en festivales internacionales, sale con películas como estas.
Un planeta extraño y errante se acerca a la tierra, Melancholia, y amenaza con impactar y acabar con la vida. Sin embargo, la historia se centra en dos hermanas, Justine y Claire (Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg), y de cómo su relación va creciendo mientras todo se acerca a su fin. La película abre con la historia de Justine, el día de la fiesta post- casamiento, que organizó su hermana en el enorme caserón del marido John (Kieffer Sutherland). En esta parte nos enteramos de la particular personalidad de la hermana menor, de la relación extraña con su padre Dexter (John Hurt).
En la segunda mitad von Trier se centra en la historia de Claire, que se hace cargo de su hermana menor, acosada por una extraña depresión, y se instala en la mansión. Acá conocemos un poco más la dinámica de la familia que componen John, Claire y su pequeño hijo Leo. Todos están fascinados con la llegada de Melancholia a la tierra, y albergan la esperanza que no impacte sobre la superficie terrestre. Justine se ira recuperando de a poco a medida que su hermana mayor cae en estado de desesperación y pánico, hasta el inevitable final, en el sentido más estricto de la palabra.
La premisa es de una película de ciencia ficción, pero es solo una premisa, el famoso Mc Guffin de Hitchcock que hace caminar a la historia. De hecho, el director nos muestra el choque de los planetas en los primeros cinco minutos del metraje. Lo que importa es como este reducido grupo de seres humanos reacciona ante la extinción.
“Melancholia” está plagada de planos hermosos, casi obras pictóricas animadas (algo muy propio del cineasta danés), la música acompaña, todo funciona en la que fue, para mi, la mejor película de este 2011 que se fue hace unos pocos días.
Ah! Y Kirsten Dunst aparece bellamente desnuda, para los que nos quedamos con las ganas después de la escena del beso invertido bajo la lluvia en la primera entrega de “Spider Man”! (Aparte actúa muy bien acá, hay que reconocerlo) 




Este es mi top 5 de películas del año que pasó. Quedaron unas cuantas afuera peleando el “podio”, pero al final calificaron estas. Son las que me pasé recomendando a todo el que pude, las que volví a ver (y volvería a ver muchas veces más), y sobre las que sentí ganas de escribir.

Feliz 2012 gente. Nos vemos.