Guerreros del cine

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miércoles, 22 de agosto de 2012

KDD: EL SABOR DEL ENCUENTRO

CINCO HORAS ENTRE FANÁTICOS DE STEPHEN KING
(Una crónica en primera persona)
Todo comenzó a fines del 2011 en esa red social llamada Facebook. No sé cómo ni por qué llegué al sitio “Todo Stephen King” en el cual fanáticos de habla española (aunque vi algún comentario en portugués, si mal no recuerdo) comentan sobre la obra del escritor norteamericano, suben fotos sobre sus adquisiciones, se pasan datos, a veces largan algún que otro spoiler (porque no ven el buen tutorial de Cristian Coppola para evitar esos malditos “arruina-libros”) y todos babean con la colección de Ari Racing (A.K.A Bossi, su verdadero apellido),  dueño de la colección más grande de Argentina dedicada al autor.
Me fue sencillo adaptarme a la modalidad de la página, y pronto comencé a conocer gente del sitio, a conversar y traspasar la temática “libro de King” hacia otros autores y la vida misma. Así, puedo nombrar a Caty Di Candia (a quien le sigo agradeciendo porque me obsequió un ejemplar recién salido del horno de “22/11/63”), Diego Bialos (factótum del KDD 2012 y protagonista de charlas memorables), George Valencia (amigo colombiano, creador del excelente blog http://elblogdeariakas.blogspot.com.ar/), Marina Gareis (la “madrina” del sitio, comentadora puntual de todas las publicaciones) o Camila Carbel (futura colega riojana, con quien hemos conversado hasta las mil y una en muchas ocasiones). Y solo nombre a unos pocos con los que tengo mayor relación por el momento.
Cierto día, hace un par de meses, me llega una invitación a un evento llamado KDD (todavía no se ponen de acuerdo en que significan dichas letras), y era en efecto una reunión de los fanáticos de King. En principio, la juntada iba a ser en un Burger King, cuya nomenclatura era más que acorde para un acontecimiento de tal magnitud. Poco a poco, conversando con Bialos, se llegó a la conclusión que McDonals tenía, este año, un peso simbólico importante por un par de datos altamente nerds: el emblema del local es un payaso que, asumámoslo, es tan perverso como cualquier payaso; se cumplen 27 años de la aparición de IT en Derry, según la cronología del libro; y el local de la calle Florida tiene un segundo piso con Wi Fi para poder hacer una videoconferencia con el amigo Valencia desde Colombia. Todo cerraba, así que el organizador confirmó el punto de encuentro.

En las afueras del Maconals

EL DÍA D (KD)

Llegué a Capital Federal desde mi conurbano querido y encaré la peatonal Florida. 12:20, aún el mundo de negocios y manteros no había despertado del todo. La música de acentos diversos y el repiqueteo de los arbolitos parlantes - ¡Cambio! ¡Dólar! ¡Euro! - , y los ojos esquivos de la policía aún eran una proyección de lo que, un par de horas más tarde, sería.
No sabía con qué me iba a encontrar al llegar a la reunión. Si bien mantengo conversaciones con algunos “frikings” (fans de King, para los no iniciados) el telón protector de la virtualidad era un factor atenuante a la hora de combatir la inherente timidez frente a un desconocido. En este caso prometía ser una veintena de desconocidos, o en algunos casos, conocidos de la red.
Aglomerados en la entrada del McDonals, unas 16 personas esperaban la llegada de otros, que se fueron sumando al baile poco a poco. Estaban formados en una ronda, un círculo de lectores (nunca mejor aplicado el término) conversando en voz baja, ante la mirada de los transeúntes. Lo primero que me llamó la atención fue la disposición: las chicas estaban a un lado de la ronda y los chicos por otro, pero pronto esa disposición “natural” cambió, y tras un traspaso a un sector donde el sol no castigaba y el viento calmaba la temperatura atípica de este agosto lluvioso, las conversaciones fueron ampliándose.
La idea original era ocupar una buena porción del segundo piso del local, pero nos llevamos una sorpresa: la gerencia había decidido cerrar dicha planta por motivos aún hoy poco claros. Se debatió comprar la comida  e ir a la Plaza San Martín, pero pronto encontramos un sitio donde apañarnos y devorar las “delicatesen” que ofrece el variado menú del payaso.
 Entre conversaciones sobre libros, ediciones varias que se fueron mostrando poco a poco (destacó un “pop up” enorme, “The girl who loved Tom Gordon”, de Nati Gauto y un ejemplar de “El resplandor”, primera edición en español que rescató de la basura –si, de la basura- May Fusari), chistes varios sobre los spoilers y cotejos sobre lecturas variadas, nos topamos con un inconveniente tecnológico: el prometido wi-fi de Ronald no funcionó, con lo cual, la comunicación con el querido George Valencia no pudo ser. Cuando el payaso despierta en su ciclo, es complejo detenerlo en sus fechorías…

(Devorando anécdotas y carne transgénica)


Tras llenar los estómagos y corazones, el grupo compuesto de 22 personas enfiló hacia la antes mencionada plaza, para encontrar un sitio más amplio donde conversar y conocernos los rostros. Ubicamos nuestras humanidades debajo del trasero del caballo moldeado en bronce del General, y en pleno monumento comenzó la sesión más prolongada de conversación.
Al inicio, Ari Bosi (lo más cerca que vamos a estar de Stephen King, probablemente) empezó a contar anécdotas sobre sus inicios en el coleccionismo. Contrario a lo que un servidor pensó, no fueron los libros su primera pasión, sino las tarjetas de crédito, de la cual llegó a acumular más de 100. Pronto la charla viró hacía el escritor, y contó historias de sus viajes al país de King, su encuentro en la presentación de “La cúpula”, y otros datos más que sabrosos sobre la vida del escritor.
Nati Gauto propuso que nos presentemos todos en ronda, con nombre, lugar de origen y libro con el cual empezamos a engancharnos con King. Las respuestas fueron variadas y mi memoria ahora no puede ubicar con qué libro empezó cada uno, pero algunos mencionaron “Salem´s lot”, otros “Cazador de sueños”, otros “Rabia” y una persona, si mal no recuerdo, mencionó “Apocalipsis” cómo punto de inicio (¡toda una revelación!). La concurrencia también se caracterizó por las diversas procedencias, de todos los sectores de la provincia y hasta de… ¡otra provincia! (Marina Gareis, de Entre Ríos)
La gente, al pasar, miraba cómo un grupo de personas charlaban bajo la sombra reconfortante del prócer, y no entendían mucho. Una turista de algún país no-hispano parlante tomó una fotografía grupal en la cual, creímos, aparecíamos todos. Algunos niños miraban y se acercaban curiosos a ver que pasaba ahí, mientras que otros observaban con caras raras. Analizándolo con la perspectiva del tiempo, creo que era raro ver un grupo de gente que no se identificaba por una vestimenta en particular, cortes de pelo o modismos, sino libros y charlas que jamás subían de volumen. Tampoco teníamos música, solo libros que circulaban, muchas risas y aplausos ocasionales para el organizador de tan bella velada.
(Nota al margen: ejércitos de palomas sobrevolaron nuestra cabeza las tres horas que estuvimos allí sentados, pero por suerte no hubo ningún accidente escatológico para comentar. Palomas frikings, os bautizo!)


(Postales de la plaza)
En lo particular, conocí a mucha gente con la cual me reí mucho hablando de temas muy diversos, como Laura Fonseca, Sebastián Elesgaray, o Normis Sinapellido (cómo se apoda en el “caralibro”) May Fusari, Sergio Iozza, Claire Visaroso, Cristian Coppola y Adrián Granatto entre otros. Lamentablemente, como comenta abajo Marina, fue imposible mantener un diálogo con todos, con lo cual, quedan cuentas pendientes para la próxima ocasión y siempre está el bendito chat, uniendo a gente desconocida desde tiempos inmemoriales! (O sea, menos de 15 años) A los que no nombré, no me odien,
La velada comenzó su fin cuando un ejército de imitadores de Michael Jackson coparon la parada. Al principio, este pequeño grupo empezó a practicar sus bailes en el césped, alejados del grupo. Después pasaron al cemento de la vereda, y cuando nos quisimos dar cuenta, ocuparon la escalinata (a modo de escenario) para desarrollar su actividad bailarina al lado nuestro. Era tiempo de dejar todo e ir cada uno para su casa, con la promesa de un nuevo encuentro, tal vez en otro evento pronto en el tiempo, y el confort de saber que un grupo tan heterogéneo como este puede compartir unas cinco horas de risas y camaradería.
Las fotos son cortesía de Nati Gauto y Juan M Díaz, que hizo una excelente cobertura fotográfica.
Acá dejo algunos comentarios que me llegaron de protagonistas de esta velada que rompió los records de concurrencia:          
COMENTARIO 1 (SERGIO IOZZIA)
Con respecto a la KDD la pasé muy bien! Disfruto mucho juntarme con gente con la que tenes un gran interés común. No suelo tener muchos interese en común con la gente en general jajaja! Así que, a decir verdad, me resultan siempre gratos este tipo de encuentros, sobre todo cuando el número de personas que concurren es tan bueno! Pero estaría bueno que sea obligatorio leer “La torre oscura”, porque sino la próxima les voy a spoilear todo jajaja!

COMENTARIO 2 (PATRICIA PORTA)
Creo que más o menos opinaré lo mismo que casi todos. Estuvo muy bueno, conocí personalmente a gente muy copada, las anécdotas y datos de Ari Racing se robaron la tarde jajaja! Pero es inevitable porque sabe todo, y todos queremos saber lo que él sabe.

COMENTARIO 3 (MARINA GAREIS)
La verdad es que lo pasé bárbaro, el único inconveniente fue que me quedé con más ganas de hablar con todos!

COMENTARIO 4 (SEBASTIAN ELESGARAY)
Cualquiera hubiera dicho que el clima estaba predestinado.
Pero para mí no. El sol salió por obra y gracia del Ka.
Entre otras cosas, Ka significa destino. Y era nuestro destino que ese día el sol estuviera presente para darnos la posibilidad de una plaza y mucha luz.
¿Qué tengo que transcribir mi impresión de la reunión? Comodidad sería una palabra adecuada. Por el grupo de gente copado y divertido con quien me tocó pasar la tarde. A veces es difícil sentirse a gusto de entrada, pero en esta ocasión no me costó nada.
Otra palabra que podría describir la KDD sería alegría. Risas.
Lo último que me gustaría decir es que al ser tantos, quedó gente con la que apenas pude cruzar palabra. Pero seguro no va a faltar oportunidad…
Quedó medio, medio... Pero salió así de sopetón!
Jajaja

COMENTARIO 5 (NATI GAUTO)
Impresión de KDD: "yo ya conocía a bastantes, aunque nada mas de cara del King on Screen, porque en ese momento no sabía del foro en face, entonces no tenia agregado a nadie y fui de fanática nomas por eso siento que los conoci a todos el domingo y me encanto! (si hasta el día parecía que quería KDD DX) estuvo bueno saber que hay tantos L.C. sin ganas de rehabilitarse como yo, me hace sentir menos chiflada:) "
COMENTARIO 6 (IVIS CABJ)
No sé muy bien que decir eem, la verdad es que estaba un poco nerviosa, ansiosa, todo junto.. el hecho de no conocer a nadie más que a través de la pantalla ! jajaj .. pero bueno ! al final me termine encontrando un grupo genial, la pase muy bien, me divertí, no parecía mi "bautismo" jajaja ! qué se yo, me encantó conocerlo


COMENTARIO 7 (DIEGO BIALOS)
"Cuando hablaba con Adrian Granatto sobre cuantos podrían a llegar a ir a la KDD le decia que teniendo en cuenta la cantidad de participantes que había (30 reales y 1 virtual, el gran George
Valencia) me conformaba con que vaya la mitad. La asistencia colmó mis expectativas ya que fueron 22 friKINGS hambrientos por
devorar rata-hamburguesas de Mc Donald y sedientos por hablar de King y su obra.
Desde el 2008 que vengo organizando los encuentros de lectores constantes y nunca pasábamos los 12 integrantes.
Espero verlos de vuelta a todos si se hace el King on Screen (Movete Ari!) , si no será devorando pochoclos mientras Carrie se encarga de arruinar
la fiesta de egresados. Digo sai, digo gracias!

(Todo el grupo, de dos ángulos distintos, protegidos por el glorioso trasero del caballo patrio)

miércoles, 4 de julio de 2012

STEPHEN KING: 22/11/63

“¡MAÑANA ES MEJOR!”
Uno de los anhelos del ser humano es el viaje en el tiempo, y creo que miente aquel que afirma jamás haber deseado volver el tiempo atrás para deshacer una decisión incorrecta o cambiar el curso de su vida. O, tal vez, viajar al futuro para recopilar información que le sea de utilidad en el presente.
Albert Einstein, el gran físico del siglo XX, hablo del viaje en el tiempo (o la “dilatación temporal”) en diversos tratados, pero afirmó que solo se puede viajar para adelante, o sea el futuro, y de ahí no se puede volver. (Estoy explicando en tres líneas una teoría enorme y mucho más compleja, pero a efectos de la nota, sirve el dato)

La forma que encontró el ser humano de viajar en el tiempo fue en el arte. Fuente de expresión de los deseos más alocados de la mente creativa, hay numerosas historias de diversa calidad que han engalanado las letras, el cine y la música. Acá, sin límites de direcciones a la hora de navegar las corrientes del tiempo, y torciendo las reglas teóricas inherentes a los peligros que implicaría una empresa de tamaña proporción. La más conocida es “la paradoja de la abuela”, que se plantea: si un viajero del tiempo se transporta al pasado y asesina a su abuela, no nacería en el futuro y no podría hacer dicho viaje en el tiempo. O, como dice el querido Doc Brown de la trilogía fílmica  “Volver al futuro”: ¡podría ser el fin del universo como lo conocemos!
La literatura ha tenido grandes exponentes, desde el afamado H.G. Wells con su excelente obra “La máquina del tiempo” (1895) que narra las peripecias de un hombre que consigue inventar un dispositivo capaz de trasladarlo a placer dentro del flujo temporal. Se traslada hasta el año 802.701 (si, leyeron bien), y en vez de encontrarse con una sociedad rebosante de tecnología y que vive en armonía, aterriza en un mundo devastado por guerras, y se encuentra con dos “tribus”, una débil, analfabeta pero hedonista, los Eloi, y otra subterránea y aterradora, que vive en la opresión, los Morlocks.

“La máquina del tiempo”, más allá de poner en el mapa literario los viajes en el tiempo, es un manifiesto sobre las luchas de clases. Los Eloi representan a la burguesía, las clases dominantes, y los Morlocks son la clase obrera oprimida que busca rebelarse del yugo al que están sometidos.
George Pal, en 1960, adaptó a la pantalla grande esta excelente obra, manteniendo la estética planteada por el libro, un complejo diseño de personajes y el dispositivo de viaje temporal más estrafalario de la historia. En el 2002 un descendiente de Wells hizo una nueva versión del libro, pero a mi gusto, es una de las películas de aventuras más aburridas que me ha tocado ver. Lo único que destaca es la escena del paso del tiempo, pero con las bondades de los efectos digitales, no es un mérito en sí mismo. (Aparte, le ponen nombre al viajero en el tiempo, imperdonable)
Pero la perlita cinematográfica la dirigió Nicholas Meyer. En 1979 se despachó con una excelente película titulada “Time after time” (Escape al futuro), en dónde nos cuenta la historia del mismísimo H.G. Wells, que inventa la máquina del tiempo y, tras caer en manos de un temeroso (y famoso) villano, debe ir en pos de él a través del tiempo para capturarlo. Una aventura que tal vez haya pasado desapercibida en el videoclub y la era del cine en la computadora. Imperdible.
Ray Bradbury, en su enorme obra de cuentos, escribió “El ruido del trueno”, un magnífico relato en el cual los viajes en el tiempo son tan comunes como viajar en el subte (para los que pueden costearlo… cómo ahora) y se organizan safaris al pasado para cazar dinosaurios. Una vez en el pasado, no pueden cambiar nada allí, ni olvidarse cosas o llevarse recuerdos. Tal vez la mayoría conozca la parodia de “Los Simpsons”, en la cual Homero viaja a la era de los dinosaurios, y siempre le pasa algo diferente. Existe una versión para la gran pantalla que, a mi gusto, no llega a trasmitir la magia del relato.

La saga “Terminator” se centra en una guerra futurista entre los robots y los humanos, y cómo los seres de inteligencia artificial envían uno de los suyos a asesinar a la familia del líder rebelde. Primero van por Sarah Connors, después por su hijo John, el líder de la resistencia, y después van de nuevo por John, pero ya crecido y encaprichado con no ser el salvador de la raza humana. Existe una cuarta en la saga, con Christian Bale en el rol de John, que es divertida pero no tiene nada de viajes en el tiempo. (Ni a Arnold, al menos no en carne y hueso)
Imposible olvidar “Superman”, de Richard Donner. En esa película casi perfecta, el superhéroe, enojado por la muerte de su novia, cambia la rotación de la Tierra e invierte el tiempo, rescatando así a su amada (y dejando de lado todas las paradojas posibles, cómo el hecho que ya no va a salvar a Metrópolis de Lex Luthor…)
“Volver al futuro” es un referente ineludible en esta materia. El auto es icónico, los personajes son icónicos, hay frases que pasaron al panteón de máximas, y pese a todas las contradicciones que pueda tener en lo que a teoría del viaje temporal respecta, son perfectas. Si no las conocen, corran ya (YA) a verlas.
Los argentinos tenemos material para enorgullecernos: “Martín Mosca”, una serie web creada por Mariano Cattaneo y protagonizada por Leandro Cóccaro, cuenta las desventuras de un hombre que inventa un dispositivo para viajar en el tiempo, pero lo utiliza para cosas inútiles. Pese a esto, se encontrará sumergido en una aventura descomunal, con mucho humor incluido. Lo pueden ver gratis en el sitio www.martinmosca.com.ar 

Existen muchas, muchas películas que tratan el viaje en el tiempo, y cada uno tendrá su preferida. La pequeña lista que armé es un prólogo para contar la nueva incursión de Stephen King en la materia, con la excelente novela “22/11/63”.
EL DÍA QUE MATARON A KENNEDY
En 1963, en Argentina, pasaron cosas cómo el ascenso de Arturo Umberto Illia al poder; en Shangai consiguieron reimplantar una mano por primera vez; en el Vaticano fallecía el papa Juan XXIII; Japón estrenaba la primer serie anime, “Astroboy”; y la televisión anglosajona estrenaba “Dr.Who”, aún vigente y con nuevas temporadas al aire. (Que trata el viaje en el tiempo también.) Pero 1963 será recordado como el año en que asesinaron al presidente de Estados Unidos  John F. Kennedy, iniciando una época oscura en la historia del país norteño, una tonelada de teorías conspirativas e imágenes del asesinato imborrables (y terribles) tomadas por transeúntes.
Pese a que Lee Harvey Oswald fue declarado (post-mortem, también lo asesinaron) cómo el asesino del mandatario, la verdad jamás llegó a conclusiones certeras sobre quien perpetró los disparos que acabaron con la inocencia de un país (y del mundo) que ya había sufrido otros atentados similares, tales como el asesinato de Abraham Lincoln. El mundo cambió tras ese fatídico día de noviembre en Dallas, y en la actualidad las opiniones se dividen entre los que aceptan a Oswald en el rol de asesino, y los que siguen las teorías conspirativas.
Lee Harvey Oswald, en una foto que los lectores de esta novela reconocerán
King decidió ambientar su última novela en este marco, bajo la premisa “si pudieras viajar en el tiempo, ¿Qué harías?”. Jake Epping, profesor de secundaria en Maine, se encuentra con la posibilidad de viajar al año 1958, en dónde deberá asumir una nueva identidad e intentar detener al asesino de Kennedy, para así cambiar la historia.
La premisa es simple (King suele manejar historias con “argumentos” básicos), pero el desarrollo es lo que importa. El autor inicia un recorrido nostálgico y romántico en una época en la cual el cabello largo era algo mal visto; todo era más barato (la data precisa de los precios a fines de los 50 es un condimento exquisito en la ambientación del relato); y la gente vivía sin el vértigo preponderante del siglo XXI.
Jake crea una identidad nueva, pero mantiene su rol de profesor. Revela a sus pares que está escribiendo una novela de crímenes, coartada perfecta para su seguimiento de Oswald en Dallas. (y es curioso notar la analogía del profesor que se hace pasar por novelista en sus inicios, ya que King fue educador antes de ser el novelista consolidado que hoy conocemos)
Sin revelar detalles importantes de la trama – que vale la pena cada página de las casi 900 que componen “22/11/63” – se destaca la investigación que el escritor (real) realizó sobre la figura de Lee Harry Oswald: en la fina línea entre ficción y ficción histórica, reconstruye al siniestro personaje que habita el imaginario popular de los contemporáneos al asesinato de Kennedy, y lo dota de una humanidad y cercanía fantásticas. Se sabe, los monstruos, cuanto más cercanos al lector son, más miedo causan. Así, asistimos al “espionaje” de este hombre que carga el peso de la historia en sus hombros, y es un tipo que podría ser vecino tuyo, o mío. “Un hombre puede cambiar el curso de la historia, y para muchos esa premisa es inaceptable, imposible de comprender”. Y sin embargo ahí está, cambiándole los pañales a su bebé o discutiendo con su mujer, al igual que cualquier vecino.
La historia se desarrolla en esos cinco años que Jake habita en el pasado. Cómo se asienta, los retos que debe enfrentar a medida que se acerca el momento de ser él mismo el motor del cambio histórico, y los dilemas existenciales que le plantea la nueva vida en el viejo tiempo. Por eso, más que un libro de ciencia ficción, es un drama romántico, nostálgico y reflexivo. Sobre todo reflexivo. Las diferencias entre el 2011 de dónde es oriundo el personaje y las décadas del 50 y 60 ubican al lector en un ejercicio de empatía obligada. ¿Cómo sería la vida sin Internet o los celulares? ¿Cómo resistiría un no-fumador vivir en un tiempo dónde fuman hasta las plantas? Así, con cientos de observaciones pertinentes, Stephen King recrea una época que no puede ni volverá a existir.
Afiche de Lucky Strike de la época

ANÁLISIS Y CONCLUSIÓN
 Calificar a “22/11/63” como una novela de terror y ciencia ficción es similar a afirmar que “Star Wars” es una película “de acción con naves espaciales”. El drama, el dilema moral y el análisis sobre el tiempo y los actos humanos – sobre todo las consecuencias de dichos actos – son la esencia de una obra que derrocha madurez narrativa, puntería a la hora de ubicar la acción y la construcción de una historia de amor memorable.
King ya jugó con la idea de asesinar a un candidato presidencial en “La zona muerta”, y ahora planea asesinar al asesino del presidente. El mismo autor explicó que tuvo que elegir la teoría del tirador solitario (Oswald) a efectos de la novela, y por el peso dramático que tiene esta persona en la historia estadounidense.
Este punto, creo, es lo que genera un poco de distancia entre los lectores que no vivimos en el suelo de Estados Unidos. No hay dudas que el segundo balazo que terminó con la vida de Kennedy fue un giro de 180º en la historia del mundo, pero, como argentino (y esto es un análisis sin ningún atisbo de objetividad) es difícil asimilar el horror del magnicidio. De todas las novelas de King que he leído, esta me generó una particular fascinación por la extrema lejanía en cuanto al marco temporal, histórico y geográfico. La costumbre de leer la obra de King ha llevado al lector constante a familiarizarse con un mapa por completo ajeno (Maine, en su mayoría); con personajes muy (MUY) estadounidenses; y también retazos de la historia de Estados Unidos contemporánea. “22/11/63” apela a una memoria emotiva que, por el solo hecho de no haber sido criado con el “cuco Oswald”, interpone una barrera, mínima, en el lector. (A modo de ejercicio hipotético, me pregunto: ¿Qué nivel de terror e inquietud histórica le generaría a un norteamericano una novela ambientada en la época de las dictaduras latinoamericanas? Ellos no vivieron regímenes de factos, con lo cual, es imposible que tengan esa urgencia temática implantada en la memoria colectiva de la sociedad)
Sin embargo, creo que el éxito narrativo reside en este impedimento cultural. ¿Cómo trasmitirle a un extranjero el miedo cuasi religioso hacia Lee Harvey Oswald? Pues, convirtiéndolo en un ser humano, regalándonos una historia apasionada sobre una época específica, en un lugar específico, con un hecho puntual que, al pasar las páginas, se convierte en parte de uno, y siente el rigor del significado implícito en el balazo que destrozó el cráneo de Kennedy. 
La crítica avaló este libro, y lo ubicó cómo uno de los mejores que ha escrito Stephen King. En lo personal, creo que es la obra de su madurez, se nota en cada frase la pasión por la temática que desarrolla y el impacto que tuvo el magnicidio en la vida del autor, y pasa a formar parte de las grandes obras de las letras anglosajonas. El tiempo lo ubicará en su justo lugar.
A modo de perlas:
1) King quiso escribir este mismo libro en 1972, casi diez años después del suceso, pero consideró que la cantidad de investigación necesaria y la cercanía con el evento – una herida abierta en ese entonces – imposibilitaban la escritura, y pasó a otros proyectos.
2) Existe un final alternativo, disponible en inglés en la web del autor, que es el original de la novela. El que salió publicado es una modificación que le sugirió Joe Hill, hijo de King, y también novelista.
¡Saludos!   

jueves, 12 de abril de 2012

COMO ENCUADERNAR UN LIBRO: TUTORIAL

Para encuadernar un libro necesitaremos los siguientes materiales:
·         Libro impreso
·         Abrochadora o engrapadora
·         Cinta de enmascarar
·         Pegamento blanco
·         Pegamento en barra
·         Cartón
·         Tijera
·         Adhesivo transparente o de color
Pasos:
1.       Juntar el libro en pilas de unas 20 páginas, y abrocharlos con cuidado por el margen izquierdo. Un broche en cada extremo y uno en el centro.



2.       Una vez que tenes todo, enmascarar el margen izquierdo con la cinta. Esto es importante porque la cinta absorbe la humedad del pegamento blanco.



3.       Una vez que tenemos todo enmascarado, pegar con el pegamento blanco todo el libro.


4.       Poner peso sobre el libro para que pegue bien. Hay que esperar de 40 minutos a una hora para que seque bien.



5.       Mientras tanto, cortar dos rectángulos del tamaño de tu libro (en este caso es de tamaño A4, pero lo ideal es la mitad de este).



6.       Pegar la portada a uno de los cartones con pegamento en barra. Este tipo de pegamento no tiene humedad, por lo tanto, no arruina la tinta de la impresión. (Consejo: imprimir en papel ilustración para que sea más firme)



7.       Realizar un doblez de un centímetro para que la portada pueda abrirse con facilidad.



8.       Para el lomo, recortar un rectángulo del largo del libro y el ancho del lomo (este depende de la cantidad de páginas que tenga el libro, en mi caso es poco menos de un centímetro)



9.       Una vez seco el libro, pegar dos hojas en blanco delante y detrás del libro, por el margen izquierdo.




10.   Pegar la tapa y contratapa a la primera y última página en blanco. También pegar el cartón al lomo.



11.   Dejar que seque.




12.   Forrar con el adhesivo transparente para un mejor acabado.




13.   ¡Leer! Y si encontras el original, cómpralo, que estarás ayudando al autor.

¡Saludos y hasta la próxima!

miércoles, 29 de febrero de 2012

RABIA, de Stephen King

El nuevo milenio, y el final del anterior, nos enseñaron que la escalada de violencia social en ámbitos antes “seguros” como escuelas y universidades no conoce límites. No es una exageración: solo en Argentina podemos hablar de casos famosos, como la masacre en el colegio de Carmen de Patagones, u otros menos trascendentes (en la esfera mediática) que van desde golpizas a profesores hasta casos de otros trabajadores de la educación que terminaron con el cabello en llamas. La mayoría de estos hechos se registran con los celulares y se imprimen en la posteridad virtual de Youtube. También hay agresividad entre el alumnado, desde golpes de puño hasta cuchilladas o disparos. La escuela no es lo que solía ser.

(Me permito una pequeña anécdota de mis años cómo estudiante “problemático”: corría 1998, y tenía una profesora bastante trastornada que dictaba la materia “Lengua”. Era muy sencillo sacarla de sus casillas, y la broma mas pesada que le hicimos fue desatornillarle su escritorio. Cuando ella apoyó sus libros, el mueble se desarmó por completo bajo sus brazos. Eran épocas menos violentas)

Stephen King dictó clases en un instituto antes de triunfar cómo escritor. Fue en la década del 70, y antes de finalizar “Carrie” ya tenía, entre otras novelas finalizadas, “Rabia”. Se publicó bajo el pseudónimo Richard Bachman, tras el suceso de libros como “Salem´s lot” y “El resplandor”. La apuesta era atractiva: una historia sin elementos sobrenaturales, puro terror psicológico.



“Rabia” es un monólogo –intuimos que un relato a otra personaje, como en “Dolores Claiborne” – de Charlie Decker, estudiante más que problemático. Un buen día decide tomar de rehén a toda su clase e implementa un juego psicótico con ellos, a fin de desnudar la verdadera naturaleza de aquellos adolescentes, y la propia también. La policía intenta dialogar y negociar con él, pero sus fines son más profundos, no es un simple secuestrador.

Revelar más datos sobre el desarrollo de la trama es un desperdicio para el ocasional lector. Basta con decir que King consigue un retrato certero y minucioso sobre la mente de un psicópata. Se nota en la escritura la experiencia del escritor como profesor de curso, pero más aún sus vivencias como adolescente. Si hay algo que tiene este señor oriundo de Maine es pericia para crear jóvenes tridimensionales y protagonistas de sus historias. Un breve repaso: “Carrie”, “Ojos de fuego”, “Christine”, “El talismán”, “El ciclo del hombre lobo”, “It”, entre otras novelas y cuentos.

La angustia juvenil, la confusión de esa época que vive todo ser humano, la visión del mundo adulto, los traumas infantiles y hasta la inocencia se conjugan en este relato, que no llega a las 300 páginas pero bastan y sobran para dar cierre a una historia redonda. Es inevitable pensar cuantos “Charlies” hay en el mundo, en estado latente, cual bombas a la espera de la señal que desencadene su letal labor.

El propio escritor, tras un episodio de violencia escolar en Estados Unidos, prohibió la reimpresión de este libro. Jeffrey Cox mantuvo a toda su clase de rehén con un rifle el 26 de abril de 1988, y confesó que se había inspirado, entre otras cosas, con el libro “Rabia”. Desde 1977 hasta la fecha se han reportado innumerables casos de violencia en las escuelas, algunos más violentos que otros. Es un absurdo culpar a un libro, una película o un músico por hechos trágicos como estos. El hecho es que King decidió retirar este libro (por precaución, para evitar una caza de brujas como le sucedió a Marylin Manson o a Mettalica), y esto da cuenta de la desidia de las autoridades pertinentes para evitar este tipo de hechos. Es más simple culpar a un factor externo (cómo el arte, que ha servido y servirá de refugio para la humanidad) que duplicar los esfuerzos para prevenir o, al menos, buscar causas más profundas ante la tragedia. Culpen al arte. Es más sencillo.

“Rabia” me pareció un libro muy bueno, alejado de la literatura “habitual” de King, tal vez un gran inicio para los lectores vírgenes de este autor. Para los más experimentados, es un gran “lado B” de un relato adolescente y escolar cómo “Carrie”, y también una ventana abierta al King estudiante. Quienes hayan leído el libro “Mientras escribo” reconocerán algunas anécdotas reales, reformuladas para esta historia.

¡Hasta la próxima!

lunes, 13 de febrero de 2012

IT: ¿La mejor novela de King?

 Las vicisitudes de ese sitio extraño llamado Derry

Siempre quise leer IT, desde que empecé a transitar los espacios extraños que propone King, allá por 1998. Había visto la película-miniserie de más pequeño, en una fiesta de cumpleaños, esas que duran toda la noche, y para soportar el sueño, se alquilan películas de terror. No creo que me haya gustado mucho el film, porque casi no lo recuerdo. Tampoco lo relacioné con la obra de King cuando empecé a leerlo. Cada vez que iba a la librería a comprar algo, veía el voluminoso volumen (valga la redundancia) y me daba miedo comprarlo. De haber sabido que sería muy difícil y caro de conseguir más adelante, le hubiera dado una oportunidad.


Aproveché, el año pasado, un viaje de mis padres a España, y encargué dos libros: IT y APOCALIPSIS. La razón de hacerle cargar semejante peso a mis progenitores (cosa que me seguirán reprochando hasta el cansancio) era simple: por lo que pagaba dos ejemplares en euros, me compraba uno solo acá en Argentina. Recibí primero “IT”, y después, engañado, me dieron para mi cumpleaños APOCALIPSIS. Ahora estoy terminando con la historia de la super gripe. Es hora de hablar de los amigos que se reúnen para pelear con el malvado Pennywise.


Quiero aclarar que no van a encontrar una crítica sesuda, una descripción detallada del argumento o cosas así. De eso se ha escrito suficiente, es accesible en Internet. La intención de esta breve nota es detallar mis impresiones sobre el que muchos consideran como “la mejor obra de King”. Tampoco van a encontrar spoilers y esas cosas, también las pueden encontrar en otros sitios. 


LA ESTRUCTURA

Si hay algo que me fascina de la literatura de Stephen King es como estructura sus relatos, en especial, las novelas. Lejos de establecer una escritura lineal (sucesión de eventos en forma cronológica desde un solo punto de vista narrativo), este escritor estadounidense juega con los tiempos de los hechos que componen la trama. En IT accedemos a una historia ambientada en dos épocas diferentes, protagonizadas por los mismos personajes: 1957 y 1985. El denominado “Club de los perdedores”, Bill, Ben, Bev, Richie, Eddie, Stan y Mike. Siete amigos unidos por la tragedia y el acoso de los abusones de la ciudad juegan juntos en los Barrens, un sitio descampado con un río que lo cruza, y deben enfrentarse no solo a los terrores reales, sino a un monstruo de origen desconocido que se dedica a matar, sobre todo, niños. King va relatando los acontecimientos de la infancia a medida que relata la reunión veintisiete años más tarde, para el segundo encuentro con IT.

El resultado de esta escritura es un detallado fresco de la vida de estos muchachos, y vamos comprendiendo las personalidades poco a poco, tanto de pequeños como de grandes. La expectativa por el enfrentamiento con el monstruo al final (ocupa las últimas páginas del libro) se ve incrementada por la enorme cantidad de hechos que tienen lugar en Derry. Asesinatos de todo tipo, indicios de la presencia del monstruo en Derry desde tiempos inmemoriales, la certeza que las cosas se van a poner feas en cualquier momento.

El relato es coral, conocemos las visiones de todos los personajes, incluyendo a algunos de los malos “anexos” que desempeñan papeles importantes en el desarrollo de la trama. Aparte de eso, tenemos muchas historias paralelas al arco argumental principal, como la esposa de Bill, actriz famosa que intuye un secreto en su marido. También tenemos un importante segmento dedicado a Henry Bowers, el matón de Derry, que desempeñará otro papel crucial para el desarrollo de la historia. Y detallados asesinatos por parte de IT. Muy detallados, para delicias de los amantes del terror.

 Una de las pocas escenas fieles al libro de la horrible adaptación

Así, durante más de 1400 páginas, tenemos tiempo y espacio para conocer al detalle todo lo referido al club de los perdedores, cómo rehicieron su vida después del primer enfrentamiento, cómo se van preparando para el segundo, y cómo evolucionó la ciudad en la que viven. Este es un mérito de King: ha constituido en Maine un personaje más de toda su obra. Los sitios son reconocibles en otros libros que escribió, los personajes se cruzan, es un universo propio anclado en el lugar real dónde vive el propio escritor. El resultado es que el terror se vuelve real, está anclado en un mundo con reglas propias y reconocibles. Este, creo, es el principal mérito de Stephen King. Ha creado su “Tierra Media” y no se cansa de explorarla.

¿ES LA OBRA MAGNA DE KING?

He hablado con muchos fanáticos de King, y una cantidad me dijeron que “IT” es el mejor libro que ha escrito. Las expectativas, con el correr de los años, fueron creciendo, pero no me deje amedrentar ni por el tamaño ni por los buenos comentarios. Para dar una opinión hay que leer, para poder opinar.

Cuando terminé de leer el libro, se colocó en el primer puesto de mi lista personal, desbancando a “La historia de Lisey” y “Un saco de huesos”, dos libros que me partieron la cabeza y el corazón. “IT” era desmesurado, enorme, con un monstruo genial, y una resolución original, vuelta de tuerca incluida. En primera instancia me pareció lo mejor que había leído de King.


Pero a los dos días empecé con “APOCALIPSIS”, y ahí empezaron mis dudas. Este libro es anterior a “IT”, pero se publicó completo cuatro años después de la historia de Pennywise. A no confundirse, estos dos libros enormes son bien diferentes y compararlos en trama sería absurdo, ya que poco tienen que ver. Pero esta es mi impresión: APOCALIPSIS es un libro mucho más generoso y amplio que IT.

En mi opinión, es mucho mejor la historia de la supergripe y la reorganización de la sociedad contra el mal que la del monstruo que acosa a un pueblo.

Mis razones no tienen nada que ver con la calidad de ambos libros, que me parecen excelentes. Ni por el tamaño, ambos libros sobrepasan las 1400 páginas. Lo que me hace optar por APOCALIPSIS es que es una historia mucho más grande, más sinuosa, una road story llena de situaciones inesperadas, plena de personajes (incorpora nombres casi cada dos capítulos) y sintetiza la dependencia de la tecnología por parte del ser humano, y la paranoia de la época. King escribió APOCALIPSIS en el medio de la guerra fría, el mundo estaba convulsionado. Me parece un fresco más realista, genera empatía y los personajes se me hacen mucho más humanos.

En IT, por otro lado, es la historia del enfrentamiento entre este grupo de “perdedores” y el monstruo que azota Derry. Solo ellos pueden enfrentarse y tal vez vencerlo. Más allá de las historias paralelas, creo que IT es menos ambiciosa en su estructura que APOCALIPSIS, y no porque sea una novela “peor”, sino porque la historia es más pequeña que la propuesta en APOCALIPSIS. Se me ocurre la siguiente “ecuación”:

IT: 7 amigos vs. UN monstruo

APOCALIPSIS: Un grupo multitudinario (Los buenos, unidos por Madre Abigail) vs. Un grupo multitudinario (Los malos, reunidos por Randall Flagg)

Insisto, no desmerezco el primer libro en pos del segundo, pero tras leer los dos, me es inevitable pensar que APOCALIPSIS es el gran libro de Stephen King. IT está ahí, en segundo lugar (en mi humilde ranking). 


En breve saldrá “22/11/63”, que, dicen, es una obra maestra. Habrá que leerlo para saber si llegó a desbancar el trono de estas dos monumentales novelas.

A seguir leyendo! 


jueves, 19 de enero de 2012

STEPHEN KING Y YO - PARTE 2

"LOS OJOS DEL DRAGÓN", "DOLORES CLAIBORNE" y "TOMMYCKNOCKERS"

El cantante Meat Loaf suena en mis auriculares, su obra “Bat out from hell”. Si bien la banda más reconocible a la hora de hablar de Stephen King son Los Ramones, tengo la sensación que el título y la portada de este disco clásico puede generar un buen clima a la hora de hablar del maestro del terror. Así que lo dejo sonar.

Buenos Aires pasa un verano demasiado caluroso. Sigo avanzando en la cacería del payaso demoníaco “It”, ya pasé la mitad de la recorrida. El dolor dental que me aquejaba al momento de escribir el artículo anterior se ha ido, junto con el temor inmediato de su indeseada vuelta. El barrio está tranquilo, de vacaciones, apenas se escucha el susurro de los automóviles en la avenida. La mayor distracción que puedo esperar es el correteo de los gatos vecinos en el techo de casa. Es un momento ideal para viajar en el tiempo.

-Los tres libros de la fecha-

Bajo del estante “Los ojos del dragón”, y la regresión espacio-temporal comienza de inmediato. Retomo en 1998, mi primer año con King. “Carrie” me duró una semana, y después de aquella experiencia inicie un recorrido postergado por la Tierra Media de Tolkien. Los tres tomos, sumados a “El Hobbit”, eran intimidantes. Me quedaban pocas semanas hasta el inicio del año escolar y el entusiasmo fue inmediato. La historia de Bilbo y Frodo Baggins, Gandalf el Gris, Saurón, los Ents, Aragorn, Legolas y compañía fue una alegría indescriptible, que me quitó el sueño y llenó de fantasía mi cabeza. Me la pasé hablando de dragones, orcos y más cosas fabulosas durante meses. Al finalizar “Las dos torres”, hablaba tanto de criaturas salvajes y fantásticas que mi abuela paterna Haydeé –cuyos conocimientos de esta literatura se reducían a cero- me regaló “Los ojos del dragón”, sin tener idea que Stephen King se estaba convirtiendo en uno de mis autores preferidos. Supongo que debo haber dicho tantas veces la palabra “dragón”, y debo haber dibujado tantos bichos extraños en hojas de cuadernos y carpetas escolares que le quedó fijada la idea a la abuela.

Terminé “El retorno del rey”, y tenía para elegir entre “El Silmarillion” y “Los ojos…”. El instinto me indicaba que debía optar por King, y lo hice. El resultado fue uno de los libros de fantasía más fantásticos (valga la redundancia) que he leído en mi vida. En retrospectiva, no se parece tanto al resto de la obra del escritor oriundo de Maine. Los personajes están anclados en una época muy remota a los habituales contextos espacio-temporales del autor, y en si es una historia pequeña, la de una familia real acechada por un mago consejero tenebroso, que aspira a tener el poder en el reinado de Delain. El príncipe Peter, tras la muerte de sus padres, es culpado del asesinato del Rey Roland y es encarcelado en una torre, en donde verá como el mago Flagg utiliza a su torpe hermano para hacer sus designios. Allí encerrado, elaborará el plan de escape más minucioso, largo y original… de cómo sigue y que pasa, deberán leerlo, porque es en verdad maravilloso.

La pasión por la literatura, adquirida gracias a mis padres de muy pequeño, desarrolló en quien escribe una tendencia a leer cada vez más rápido. Si bien la ansiedad no es un rasgo de mi personalidad, cuando estoy estacado a una obra de ficción las páginas vuelan. “Los ojos del dragón” me duró cuatro días. En ese entonces me pareció un record admirable.

 -"Los ojos del dragón", edición de la editorial Plaza Janés-

Mi llegada a “Dolores Claiborne” fue muy sencilla. Estaba leyendo “El Silmarillion” y, para mi sorpresa, me estaba aburriendo muchísimo. Le daba vueltas a las historias de la Tierra Media, pero no encontraba la aventura que me había cautivado con anterioridad. Iba a abandonar mi primer libro desde que tenía uso de la memoria, y necesitaba algo que me inspirara confianza.

En un viaje a Capital Federal – en aquellos años era toda una odisea - , en una librería de usados, y tras revolver un poco en la sección “terror”, dí con “Dolores Claiborne” y su peculiar historia. Leí el texto de la contratapa (que en general o no dicen mucho o lo dicen todo hasta el tercer acto de la historia) y me lo llevé. Era formato bolsillo, muy barato, tanto que lo que sobraba me alcanzó para dos libros más de otros autores (eran épocas buenísimas para los lectores acérrimos). La portada del ejemplar me parecía un espanto, pero ya sabía quien me estaba hablando desde las hojas. Volví al hogar con nuevos tesoros.

Para convencerme de abandonar a Tolkien, llegué a una conclusión que en ese entonces me pareció satisfactoria: no es un libro para mi en este momento de mi vida. Lo repetí en mi mente como un mantra, y prometí volver a la Tierra Media para seguir conociendo su historia. Abrí el nuevo libro del Rey y me sumergí.

 -"Dolores Claiborne", edición de la editorial Grijalbo-

A medida que avanzaba en la lectura me di cuenta que estaba a la espera de algo fantástico o sobrenatural. “Dolores Claiborne” era un monólogo de una señora acusada del asesinato de su jefa, Vera Donovan. Durante el interrogatorio policial debe confesar el asesinato de su marido para probar la inocencia del crimen por el cual la habían imputado. Era un policial crudo, rudo y con pasajes hasta escatológicos. El segmento donde Donovan, aquella vieja insufrible, no mueve los intestinos durante una semana solo para largarle todo junto a Dolores no tiene desperdicio, al menos para la mente de un adolescente educado en una escuela católica. La impresión, al finalizar la lectura, fue la de no conocer ni un poco a Stephen King. Intuía una obra enorme detrás de los cuatro libros de mi colección, por dos motivos. El primero eran las situaciones de los libros. Todos los que había leído eran diferentes. No sé si fue el destino o la casualidad, pero encontrar cuatro libros de un mismo autor y que los cuatro no tengan parecidos temáticos superó todas mis expectativas.

El segundo motivo era simple: cada vez que iba a una librería me encontraba con una obra distinta. King explora el mundo y sobre todo, los seres humanos. Si los personajes no van al baño, no tienen sexo o no insultan en algún momento, hay cierta verosimilitud que pierde fuerza con estas ausencias. Y este autor dotaba de una humanidad palpable a sus personajes, eran personas que podían existir.

Llegó la navidad por fin, tras un año movido. Robar traguitos de sidra o champagne a los adultos era como un ritual, así como abrir los regalos. Mis papás, anticipando el verano siguiente, me dieron “Tommyknockers”. Recuerdo sus caras de satisfacción al ver mi mandíbula desencajada como un dibujito animado. Era el primer libro ENORME que tenía en mis manos, era mío, y tenía que leerlo. La edición rojo sangre de Plaza Janés con el alien en la tapa me encantó, parecía una aventura imposible de finalizar. Mi papá, en broma, me dijo algo como esto:
-         Mira hijo que en marzo empiezan las clases, ¿vas a terminarlo antes?

Los ojos me deben haber brillado, o así me gusta imaginármelo, ante tamaño desafío. Tenía que terminar “Crónicas Marcianas” de Bradbury, libro del cual solo había leído el increíble prólogo a cargo de Borges. Puse manos a la obra y para las vacaciones de enero, en Córdoba, ya estaba todo listo para “Tommyknockers”.

 -"Tommyknockers", edición de la editorial Plaza Janés-

La historia me pareció tan grande y surrealista que aún hoy recuerdo a la perfección como me sudaban las manos a medida que los bichos influían en los habitantes de Haven. La gente, de un momento a otro, desarrollaba una inteligencia superhumana, y les daba la capacidad de inventar cualquier tipo de maquinaria o dispositivo para facilitar sus vidas diarias. Supongo que muchos lectores que nos gusta escribir recordamos la maquina de escribir manejada por telepatía, o el truco de magia de un niño aprendiz de mago que sale tan perfecto, que su pequeño hermano desaparece sin dejar rastros. Las personas empiezan a entrar en un estado de hipnosis, son casi zombies de los extraterrestres, y la protagonista, la escritora Bobbie Anderson, debe desentrañar de donde salen esos extraños poderes y como acabar con ellos. Pura aventura, terror y ciencia ficción, una invasión a mi cerebro.

Terminé uno o dos días antes de mi cumpleaños (y aniversario de conocer a King), al mundo le quedaba un año de vida supuestamente (ya estamos en 1999, y el Apocalipsis llegaba en el 2000)… en el horizonte apareció un libro que me conmocionaría, a niveles insospechados…

                                                                                  Continuará…