Hay películas que por razones que no comprendo demasiado, me emocionan. “Lost in traslation”, aquella película hermosa, delicada, sentimental, divertida, reflexiva, de Sofía Coppola, es de esas películas. Acá se tradujo el título como “Perdidos en Tokio” (lo cual me hace acordar a esa historieta del genio Liniers, en la que aparece el hombre encargado de poner títulos absurdos a las películas) y si bien esta nomenclatura tiene que ver con el contenido del film, pierde la poesía del original. Para mi, “Lost in traslation” habla de una sensación, un estado, universal. No importa donde suceda, sino lo que sucede. Creo que hay una diferencia. En cambio, la versión local ya te dice que están en Tokio, algo que el espectador promedio puede dilucidar a los diez minutos de película ya. Pero es no es lo importante para mi.
Decidí hablar de esta bella película porque tiene diálogos filosos y certeros, actuaciones ajustadas, casi perfectas, y a la más hermosa de todas las Scarlet Johanson que podamos encontrar. Frágil, sensible, apetecible, cercana pero distante a la vez. Imposible no enamorarse de un ser semejante a un ángel, perdido en aquel valle de neón, tecnología y karaokes. Bill Murray destaca no solo por su altura, sino por esos gestos de hombre que ha vivido mucho, y que coquetea con el cambio brusco, con la aventura, con el nuevo hogar que se intuye, más no se ve.
El hotel es el escenario común de estos personajes (un hotel cosmopolita, que podría estar en Buenos Aires, en Tokio o en los Emiratos Árabes), allí se encuentran, se desencuentran, conversan, amagan un beso y gambetean el instinto con elegancia y en silencio.
No encuentro un paralelismo con mi vida. He estado en muchos hoteles, más nunca en Tokio, pero jamás me tocó conocer a alguien así de especial en ese contexto. La vida real se me hace menos sutil que esta película (o que todas las películas), y la ciudad oriental no es algo que me llame la atención. Sé que si voy para allá no habría una Scarlet esperando un hombre que la ayude a revertir su pesar. Por eso siempre viajo hacia la película de Coppola, para satisfacer esos deseos irreales de amor onírico.
Las películas que más me gustan son las que me dejan con ganas de escribir, de leer, de filmar. En general pertenecen a otros géneros, y es este uno de esos casos en los cuales no puedo evitar enamorarme de un film calmo, de esos que en líneas generales me aburren hasta el hartazgo. Soy un fanático de “Lost in traslation”, tanto que siempre que termino de verla, me olvido de su contenido para redescubrirla una y otra vez.
Bello bello :)
ResponderEliminarNunca vi esta pelicula sinceramente , pero tus palabras me dieron ganas de mirarla , voy a conseguirla pronto :D
Bien Matias :)