Jamás tuve un solo producto Apple
en la mano, nunca me llamó la atención una empresa que siempre me pareció
elitista, y más allá del diseño, no me interesó comprar nada con la manzana
mordisqueada. Tras la muerte de Jobs en el 2011, un sinfín de biografías
aparecieron en torno a su persona, y de estas, la más famosa es la de Walter
Isaacson. Varias veces estuve tentado a comprarla, pero siempre cambiaba de
estante. Por alguna razón me decidí a esquivarla, hasta que llegó a mis manos
el último día del 2013. Puse manos a la obra, y me encontré fascinado con la
historia de un hombre que redefinió el concepto de modernidad.
Igual, sigo sin interés
momentáneo de adquirir un producto Apple, pero el libro es imperdible.
SOSPECHA
Las contratapas de los libros
siempre ofrecen las reseñas más auspiciosas, por eso no suelo fiarme de estos
pequeños comentarios. Los paso por alto y ya. El hecho que esta biografía en
particular sea la única autorizada por Jobs me despertó aún más sospechas,
porque no esperaba encontrarme con un relato objetivo, que retratara no sólo
los aciertos sino las miserias. La fama del retratado - un obsesivo del control,
un innovador, un ser déspota por momentos con sus empleados, ambicioso, padre
defectuoso, egoísta, enamoradizo, llorón, entre tantas otras cosas – lo precedía,
y al ser el libro “oficial”, pensé que estas características se iban a suavizar.
Por suerte, nada más lejano a la realidad.
Isaacson consigue un relato de
novela, que cuenta desde los orígenes del niño adoptado, su paso breve por la
universidad y la fundación de Apple en el garaje de su casa, junto a Steve Wozniak
(verdadero genio electrónico). De ahí a la fama, la riqueza, los pasos en falso
y la consagración post despido de su amada empresa. Las más de 700 páginas se
devoran con facilidad, y los datos incluidos dejan de lado la mayoría de los
tecnicismos sobre computadoras para entregar un material accesible a todo tipo
de lector no iniciado en las bondades de la tecnología.
El mayor punto a favor es la enorme
cantidad de entrevistas que el autor realizó, comenzando por las más de 40 que
tuvo con el propio Steve Jobs, que le encargó el trabajo al mismo periodista, y
le ofreció el mayor regalo que este hombre pudo dar: el control total de la
obra al escritor. No es un dato menor, estamos hablando de un Jobs que fue
capaz de diseñar tornillos especiales para que ningún “lego” pueda abrir sus
productos. Así, encontramos opiniones dispares, algunos que justifican la
complicada personalidad de Jobs, otros que directamente lo critican sin concesiones,
y personalidades que se paran en una difícil línea media, retratando tanto sus
aciertos como sus miserias. Los contrapuntos, en conjunto con la mirada casi
neutral de Isaacson, componen un texto que permite imaginarse al hombre detrás
de la manzana, de Pixar y de la revolución de las computadoras personales y la
telefonía celular.
La única “pega” que le encontré
al texto fue la recurrencia a algunos párrafos. Por ejemplo, la primera vez que
se describe a Jobs como una persona que le agarraban ataques de llanto permite
imaginarse al personaje como un ser de carne y hueso, pero lo reiterativo de
esta explicación a veces entorpece la lectura. Si bien son recurrencias
mínimas, la pluma en estos pasajes falla un poco, para después redimirse en
otras secciones de suculentos datos.
Narrado con estilo simple,
periodístico, sin apelar a grandes vuelos narrativos, “Steve Jobs” es un libro
simple, acorde a las pretensiones de un hombre que dedicó su vida a simplificar
cada creación. Un fresco logrado sobre un ser revolucionario, que marcó a fuego
la historia del siglo XX y XXI.
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