¡Qué feliz es la suerte de la vestal sin tacha!
Olvidarse del mundo, por el mundo olvidada.
¡Eterno resplandor de la mente inmaculada!
Cada rezo aceptado, cada antojo vencido.
Alexander Pope
Olvidar, uno de los miedos más grandes del hombre, y muchas veces, una de sus quimeras más apasionadas. Cuando el recuerdo duele al punto de convertirse en algo físico. Cuando esa persona que momentos atrás era motivo de alegría, de dicha, trasmuta en algo perverso, dañino, el peor enemigo instalado en nuestra cabeza, en nuestro corazón. ¿No deseamos olvidarla? Borrarla de nuestra memoria, como si de una línea mal escrita en una hoja se tratara. Todo lo que sea posible para hacer desaparecer el padecimiento indescriptible, la ruptura que acaso jamás sana del todo, esa herida que a veces amaga con abrir de nuevo su caudal de sangre y sufrimiento.
Joel Barish (Jim Carrey) sufre por amor. Es un tipo normal, que conoció a un espíritu libre, seductor, amante, enfrascado en el cuerpo de Clementine Kruczynski (Kate Winslet). Viven el idilio, disfrutan del enamoramiento en su etapa más hermosa, hasta que el inevitable final llega. No eran el uno para el otro ¿Cuántas veces habrá pensado cada ser humano que encontró a la famosa media naranja solo para descubrir que era otra fruta de similar aspecto? ¿Cuántas desilusiones puede soportar un ser humano?
En el futuro de “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, la gente con problemas sentimentales puede optar por un tratamiento bastante simple: borrar la existencia del ser humano que produce ese dolor, extirparlo como un tumor del cerebro. El procedimiento es simple, el resultado efectivo, hasta se le informa a la persona “borrada” que no puede contactarse con el usuario porque, justamente, ha sido borrado. Ctrl + Alt + Delete al corazón.
La película habla sobre el olvido en primera instancia, pero es una oda hacia el recuerdo, a la necesidad de la memoria, la importancia de la historia vivida. “Déjame conservar al menos este recuerdo”, ruega el personaje de Carrey, en el medio de la persecución dentro de su mente. Pide que le den esa posibilidad, aun sabiendo que el tratamiento es infalible, que Clementine será borrada indefectiblemente de su sistema.
No sé si serviría esta “cirugía” en la vida real, no sé si el olvido es bueno o un placebo solamente. La película funciona, y cada vez que la veo, sé que entraría sin dudarlo a la empresa “Lacuna Inc.”, para borrar de mi memoria a tanta gente que ya no suma nada en mi existencia. Y no puedo evitar preguntarme si una vez dentro de la máquina daría el visto bueno para que comiencen. No sé si soy masoquista, pero hay días que las borraría de un plumazo, y hay días que las conservaría en mi mente, tal vez con la finalidad única de recordarme que lo intenté, Zeus sabe que lo hice, tantas veces lo intente…